LA PRENSA DE LARA.- Después de un gran esfuerzo, la Comisión Nacional de Primarias encabezada por ese gran venezolano, el doctor Jesús María Casal, acordó que las elecciones para seleccionar al candidato de las fuerzas democráticas de Venezuela para las elecciones presidenciales de 2024, se elegirá el 22 de octubre de 2023 a través de una elección primaria. Ante la ola de críticas que surgió tras las elecciones regionales de noviembre de 2021, no había espacio para un consenso entre tantos aspirantes, de manera que contarse es la mejor manera de escoger al abanderado presidencial.
En las actuales circunstancias de Venezuela, cruzada por una crisis política y económica, el mejor candidato para derrotar a Maduro es aquel que encarne la aspiración de cambio de la mayoría nacional y que hoy no está en los extremos sino en el centro. En medio de un país empobrecido luego de cuatro años de hiperinflación y una economía arruinada por las políticas de Maduro y harto de la confrontación, esa mayoría son los pobres, tanto quienes ya lo eran como los nuevos que engrosaron las filas de la pobreza debido a la caída de sus condiciones de vida, más allá del espejismo de los bodegones.
Hablarle genuinamente al ciudadano empobrecido es la clave para ganar las elecciones de 2024, porque allí está ubicada la gran masa de electores. Decir que hay que sacar a Maduro es un componente necesario de una estrategia pero no es suficiente. Hay que conectar con los humildes y los más necesitados con un planteamiento político simple pero poderoso: Venezuela tiene y debe cambiar para vivir mejor.
Esto último implica comunicar que es posible derrotar la inflación, el peor impuesto que pagan los pobres y al mismo tiempo aplicar una política de expansión de la economía que genere crecimiento y aumento del poder adquisitivo de los salarios.
Hay que tener muchísimo cuidado con promesas falsas. Quien gane en 2024 se va a enfrentar a desafíos y demandas populares muy exigentes de cambio y también de estabilidad. Va tener que lidiar con veinticuatro gobernadores y más de doscientos alcaldes del PSUV, una Asamblea Nacional en contra y poderes judiciales y militares altamente politizados. Por ello, alcanzar un cierto acuerdo de respeto con los perdedores será vital para darle piso firme al nuevo gobierno porque de otra manera el enfrentamiento puede acabar con ese gobierno rápidamente y el PSUV recuperará el poder, en medio del caos. Ello no significa que no se haga justicia con los abusos y violaciones de los derechos humanos. Hay que hacer justicia. No venganza.
Similarmente, hay que ser cuidadosos con el tema del CNE, el cual será el mismo de las elecciones regionales de 2021, donde varios de los hoy candidatos llamaron a no votar. Si se empieza otra vez, por razones justificadas, a sembrar ideas de fraude, el pueblo opositor no votaría. Esa abstención ha sido fundamental para facilitar la victoria de Maduro y que el PSUV se haga mayoría sin serlo porque el descontento se queda en casa y no sale a votar ante la desconfianza. A ello juega Maduro.
Estamos ante la oportunidad de darle una esperanza de cambio a ese pueblo maltratado por más de veinte años de fracaso. Para ganar hay que hacer los deberes, lo básico: unidad, ideas que calen en la mayoría y habilidad para construir consensos.
Por: José Guerra& ;
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