Gabriela Domínguez | LA PRENSA.- Lejos de ser un negocio fructífero, vender panes se ha convertido en un intento de subsistencia ante los problemas económicos que enfrenta el país.
“Es preferible vender productos de consumo como panes porque la gente aun da dinero por esto, que ofrecer otras cosas que no resultan buena opción para ganarse la vida”, dice Daniela Requiniba, quien está probando suerte con la venta de panes para poder ganarse la vida, ya que su oficio de peluquería tuvo que frenarse porque el problema inflacionario le pegó duro a su local.
“Ya el oficio de peluquería no es rentable. Ahorita estoy vendiendo las cosas de mi salón de belleza y prefiero vender comida y panes”, dice la muchacha, quien sin perder presencia y con sus ojos bien maquillados, siempre se instala en la Avenida Rotaria para ofrecer pan campesinos de 500 gramos a Bs. 750.
“Esto tampoco es fácil. Debo llegar a la panificadora donde los compro a las 9:00 am y de ahí esperar hasta las 4:00 pm que entregan la mercancía”, relata.
Cada dos semanas es que despachan pan las panificadoras a los vendedores ambulantes. Entre semana las distribuidoras ofrecen precios de harina de trigo en diferentes precios, por eso el pan aumenta entre 100 y 200 bolívares semanal. Vendedores se quejan porque a veces venden panes “malos” con harina de baja calidad y eso les ahuyenta los clientes.
Entre 60 y 100 panes compran los comerciantes ambulantes de panes, quienes los ofrecen afueras de sus casa o en avenidas principales del municipio o de diversos sectores
Pan integral se deja ver en mesas
El pan integral también ha aparecido en las ventas ambulantes, aunque no llega con mucha frecuencia, vendedores lo ofrecen hasta en mil 500 bolívares. Con ajonjolí, pasas, avena y zanahoría son algunos de los que se consiguen, vienen en lonjas y son muy necesarios para desayunar. De vez en cuando se dejan ven en estas mesas.