Osman Rojas D. | LA PRENSA DE LARA – La pandemia del coronavirus se llevó las ganas de leer. Si desde antes de la cuarentena los dueños de librerías venían experimentado una caída significativa en las ventas esta situación se agudizó mucho más durante la cuarentena y es que, de acuerdo a lo dicho por los vendedores informales, las ventas han caído hasta en un 80%.
Carlos Salazar, vendedor de libros en el centro de la ciudad, explica que, en estos momentos, hay jornadas enteras en los que no vende ni un sólo libro. Por semana el hombre está saliendo de dos, cuando mucho tres ejemplares, algo impensado hasta antes de la pandemia cuando la media era de 10 libros por cada siete días.
«La gente no tiene plata para gastar en libros. Lo que se consigue es para comer y esta situación nos está afectando. Además nosotros no somos un sector priorizado y nos vemos obligados a dejar de trabajar durante siete días. Todo esto hace que sea prácticamente imposible poder lleva la comida para la casa», relataba el vendedor.
Salazar explica que, como estrategia para incrementar las ventas, ellos han empezado a promocionar libros por medio de sus redes sociales. Ofrecen llevarlos hasta la casa si están relativamente cerca o apartan la mercancía con el abono del 50%. «Hasta crédito le damos a los clientes fijos. El objetivo aquí es tratar de conseguir que las ventas repunten», señala.
Para conseguir aumentar las ventas los comerciantes han tenido incluso que bajar los precio a la mitad. Los libros que estaban en 3 dólares fueron llevados a 1.5. Los de un dolar son vendidos a la mitad o incluso se cambian por comida. «Tratamos de ajustarnos al presupuesto de cada uno de las personas. Gracias a eso hemos podido vender pero la situación no está fácil», dice.
Muchos trabajadores que se dedicaban a la venta de libros han tenido que empezar a vender comida, ropa usada o a ofrecerse para hacer trabajo de mantenimiento en los hogares. «La situación de muchos compañeros es incómoda. Los bonos que se reciben del Gobierno alcanzan cuando mucho para una comida», concluye el vendedor.
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