Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.-La carga de quienes padecen de adicción suele ser más pesada ante el desafío de superar las heridas del rechazo por estigma, el poco acceso a centros de rehabilitación con todo el equipo multidisciplinario y el desconocimiento de la existencia de grupos que apoyan la recuperación, con miras a la reinserción social y distante de recaídas.
Al indagar entre las opciones de apoyo en Barquisimeto para esta enfermedad crónica que afecta desde los comandos del cerebro y altera el estilo de vida, se tiene una ayuda silenciosa y sin miramientos desde el anonimato. Avanzan a partir de la fraternidad para descargar esas angustias y miedos, de la pérdida de control por las adicciones al consumo de bebidas alcohólicas, drogas y hasta los impulsos en estados de iras, perdidos entre la ludopatía o sin salida a los apegos.
Todos con disposición de ayudar a alcohólicos, narcóticos, neuróticos, jugadores y codependientes, además de aquellos que vienen de lo interno como familia anónima. No hay un perfil adictivo, aclara el psicólogo, Gerardo Sánchez, porque cuando el consumo se convierte en problemático comienza a afectar la vida afectiva, familiar, laboral, financiera y social.
Termina siendo una necesidad del cuerpo y sin medir los abusos que debe ser abordada por especialistas desde psicólogo y psiquiatras, especialistas de acuerdo a la adicción, trabajadores sociales para indagar en el contexto del paciente y terapeutas durante el proceso de rehabilitación.
«Son prácticamente inexistentes estos centros en el país porque han dejado de funcionar o se limitan a habilitar un espacio en hospitales psiquiátricos sin las condiciones», lamenta y advierte de un costo en privado que exige el pago continuo de especialistas.
El psiquiatra, Marco Tulio Mendoza, también coincide en que se trata de una enfermedad compleja que altera neurotransmisores y exige la atención médica inmediata para desprenderse de la dependencia, con riesgos de terminar en fracaso. Un trabajo por corregir las alteraciones y hábitos sociales desde la conciencia, junto al cuidado de recaídas.
Los casos son recurrentes y así lo confirma Gerardo Pastrán, desde la coordinación del proyecto misionero Projumi, a partir de la desintoxicación y rehabilitación hasta conseguir la reinser×; ción social. Atienden de 4 a 5 casos a la semana, teniendo a la droga como el principal detonante, sigue el alcohol y tabaquismo. Un acompañ;amiento con los especialistas por la seguridad de enfrentarse a la sociedad.
Al final
La negación es la primera barrera para reconocer que se ha tocado fondo, tal como lo precisa el comité de información de «Alcohólicos Anónimos». Un grupo que atiende alrededor de 180 pacientes en Lara a través de 13 grupos en Iribarren, 3 de Cabudare, 1 en El Tocuyo y 1 de Sa×; nare. El único requisito es querer dejar de beber y se les insiste en una docena de pasos que empiezan por las reuniones para conversar libremente e identificarse con un «padrino», quien realiza el seguimiento. También se fundamenta en com×;partir literatura de recuperación con la disposición de prestar el servicio.
Desde «Narcóticos anónimos» también llaman a más participantes, porque apenas pueden llegar a 15 personas y la mayoría se cohíbe por temor de acercarse a la sede de la casa parroquial de la Sagrada Familia.
Es el miedo a ser juzgados por el consumo de drogas y frente a poco acceso desde la atención pública. Una entrega que asumen con paciencia y tolerancia junto al regocijo de que este 30 de julio a las 10:00 am celebrarán 29 añ;os de servicio en Barquisimeto. Ese soporte también es considerado desde los más cercanos al paciente y es así como el grupo «Familia anónima» no llega a superar a 10 participantes en sus encuentros semanales en la iglesia San Juan. Se unen por el proceso de transformación, desde el poder superior con Dios y a lo interno de cada individuo. Es saber dónde estás y hacia dónde vas, apoyado en la sinceridad y honestidad.