José Daniel Sequera | LA PRENSA de Lara.- Fallas constantes en los servicios públicos tienen azotados a los habitantes de municipios foráneos quienes alegan que los habitantes de Iribarren y Palavecino no padecen la crisis al mismo nivel que ellos y que pareciera que se agudizaron con la llegada de la cuarentena por el covid-19.
Víctor Carrasquero es un estudiante que vive en Carora y se considera «víctima» de los constantes cortes eléctricos y fallas en el servicio de agua. «Yo vivía en Barquisimeto y se me iba la luz cada dos o tres días, pero con la cuarentena me vine a Carora y ahora todos los días se nos va la luz por ocho horas. Pareciera que Iribarren y Palavecino son las tacitas de oro de Lara», dice con angustia.
Entre cortes de luz de hasta 12 horas, colas kilométricas en las gasolineras por pocos litros de combustible y semanas en espera por el agua o gas doméstico es el contexto en el que están viviendo quienes habitan en los municipios Andrés Eloy Blanco, Crespo, Jiménez, Morán, Simón Planas, Torres y Urdaneta, que según proyecciones del Instituto Nacional de Estadísticas, son unas 670 mil personas.
Para guaros consultados, la principal problemática son los cortes eléctricos, pues en cinco de los siete municipios foráneos el racionamiento eléctrico es de seis días a la semana, y en ocasiones, pueden ser dos veces en una semana, tal como suele ocurrir en algunas zonas de Quíbor y Cuara, en el municipio Jiménez.
«En un sólo día se puede ir la luz a mitad de mañana y en la noche volver a irse, pudiendo tener menos de 10 horas con electricidad. Por los apagones, ya se me dañaron dos ventiladores», dice el quiboreño Yohan Agüero.
La misma angustia la viven quienes habitan los sectores montañosos del sur (Simón Planas y Morán) porque si se les va la luz, prácticamente todas las localidades se paralizan. Así lo explica Antonio Gil, un trabajador del campo, quien vive en Guarico y dice que los apagones le cambiaron la vida para peor.
«Cuando se va la luz, Guarico prácticamente queda incomunicada porque las señales de telefonía se caen, los puntos de ventas no funcionan y si están surtiendo combustible, la gasolinera se para», expresa Gil.
Si la escasez de combustible ha afectado el tráfico de vehículos en Barquisimeto y Cabudare, en los municipios foráneos mucho más porque hasta las personas priorizadas pueden esperar hasta 15 días para surtirse, tal como ocurre en Crespo con el personal de salud.
«Mi mamá es médico y a ella solamente le dan 30 litros cada 15 días para que se pueda movilizar entre la casa y su consulta. Si se le acaba, le toca caminar», relata María Fernanda Molina, una odontóloga de Duaca, quien trabaja en un consultorio de Barquisimeto pero no ha podido asistir durante la cuarentena porque no ha podido tramitar el salvoconducto a través de la Alcaldía de Crespo.
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