miércoles, 6 agosto 2025
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Propuesta de ruta artesanal en Iribarren busca impulsar la alfarería local

Son los artesanos que resaltan la alfarería como un estilo de vida y patrimonio familiar

Sus manos están ásperas y superan más de tres décadas de trabajo con la arcilla, una fuente transformadora que del polvo levantan diversidad de piezas para el uso doméstico o decorativo. Son los artesanos que resaltan la alfarería como un estilo de vida y patrimonio familiar porque transmiten tal sabiduría popular a sus generaciones y recalcan la importancia de dominar la técnica para impregnar el sello personal. No cierran sus talleres, esos que tenían de 16 a 20 trabajadores y que apenas estén produciendo 15% de lo que hacían en el año 2013. Sus esperanzas están en volver al dinamismo de la alta demanda y mayor proyección en rutas o paseos artesanales en el municipio Iribarren.

Sus testimonios confirman que a partir de 2014 empezaron los desafíos, abandonar aquellos hornos que habían construido de adobe o ladrillos de casi tres metros de altura y teniendo piezas que se aproximaban a esas dimensiones, porque se trataba de una línea de producción permanente con clientes al mayor provenientes de la región central, de Los Andes y Apure. Un solo taller podía vender hasta dos camiones 350 con variadas piezas y en la actualidad, apenas se interesan clientes de Yaracuy y de Quíbor, municipio Jiménez.

Propuesta de ruta artesanal en Iribarren busca impulsar la alfarería local

A la poca demanda se sumó la limitación para conseguir el combustible, así como el gasto que implicaba en gasoil al consumir un estimado de 1.200 litros por cada lote horneado. Se vieron forzados a sustituirlos por los hornos eléctricos de menor tamaño a partir de 60 centímetros, disminuyendo el tiempo de 24 horas a 7 horas de quema, pero que exigen electricidad de 220 voltios y que tuvieron sus altibajos a partir del año 2019, con la aplicación del racionamiento eléctrico en Venezuela.

Alfarería local: sello de identidad

Visitar la parroquia Tamaca y especialmente hacia la comunidad de Retén Arriba es confirmar el sentido de pertenencia de familias al mantener el oficio que los acerca al arte. Pocillos, materos y vajillas se aprecian en hileras en los porches de la mayoría de las casas, así como convertidos en «alfombra», con infinidad de trozos que decoran el jardín, muy a tono con el semiárido que envuelve a esta parroquia del norte de Barquisimeto.

Meibol Parra, vocera del Consejo de Artesanos de Iribarren, afirma que en este año, 2025, empezaron a levantar un censo en las parroquias El Cují y Tamaca, reconociendo que la mayoría está en Retén Arriba con miras de establecer un proyecto de Ruta Artesanal que fue pensado por la Alcaldía de Iribarren. Desean reforzar la generación de relevo y recuperar la proyección, así como la demanda para evitar que más jóvenes se dediquen a otros oficios.

Sólo en Retén Arriba pueden superar un poco más de 32 talleres en producción permanente, aunque con la mínima demanda. La artesana Zuleima Apóstol señala que luego de la pandemia por covid-19 no tenían las ventas al mayor, pero se mantenían con su trabajo a mano. Dedicación diaria, pese a no tener las mismas proporciones porque se trata del arte asumido como estilo de vida.

 alfarería local

Los miembros de la familia Apóstol son ejemplo de dedicación porque Zuleima creció junto a su hermana Yeisy entre el moldeado de la arcilla como parte de la economía popular, permitiéndoles tener sus ingresos económicos, incluso como canje en ese período de escasez de productos de 2015, cuando podían recibir a cambio alimentos.

Un gran aliado es Jesús Camacaro, esposo de Yeisy Apóstol, quien menciona con nostalgia esos años en los que contaron con 20 trabajadores. «Los clientes se han ido, pero nos mantenemos», señala y explica que prefieren buscar arcilla en el sector El Pandito, vía a Quíbor y mezclar con la local, porque es más moldeable, al tener alto contenido de hierro.

Trabaja junto a su esposa y más allá de lo comercial, disfrutan como un momento de escape al dar formas y volúmenes a cada pieza. Cuidan la preparación inicial al humedecer la arcilla e imprimen la fuerza en el amasado, con golpes para que tenga la consistencia sin acumular aire y la pieza no se agriete. Tienen la medida exacta en gramos, de acuerdo al tamaño de esa serie, la cual pesan en una balanza y luego terminan de moldear en el torno, rudimentario con el impulso de las piernas o eléctrico.

Raíces sólidas

Gustavo Arrieche es otro alfarero de Retén Arriba, no se cansa y busca las 10 carretillas llenas de arcilla de la montaña cercana a su casa, porque produce sólo el 15% de las piezas que elaboraba antes de 2014. Sus dos hornos grandes se han convertido en depósito y sólo agradece el interés de su familia en aprender la alfarería, porque cuatro de sus seis hijos son artesanos y su nieto Jeiker es su fiel compañero en el taller.

Este niño empezó curioso a amasar la arcilla a los 9 años de edad y lo sentía como un juego con plastilina, inicialmente se le agrietaban los pocillos de arcilla y siguiendo todos los consejos de su abuelo Gustavo mejoró la técnica. A sus 11 años, toma la porción con los gramos exactos y moldea en el torno, dando forma a los vasitos para sembrar cactus y piezas de vajilla.

Otro taller – escuela que cuenta con maestros desde el año 1985 está en el sector La Rinconada de El Cercado, donde los esposos Pedro Pérez y Evangelina Márquez transmitieron la magia del arte del fuego a sus seis hijos, pero en la actualidad hay dos hijas que los acompañan de lleno en este sueño que llaman «Amalivaca», inspirado en la mitología criolla del Dios creador e intentan más difusión a través de redes sociales.

Ellos disfrutan transformando la textura de la arcilla y cerámica, resaltando las raíces ancestrales por el interés en arqueología entre minipiezas precolombinas, así como símbolos grabados de jeroglíficos y petroglifos, como una réplica de nuestra identidad que además adornan llevándola como accesorios, con llamativos zarcillos que recuerdan el valor de la historia, de las raíces como pueblo.

No miran las dificultades, sino que se concentran en la pasión de crear piezas útiles y únicas para la decoración.

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