Daimar Díaz | LA PRENSA DE LARA.- Diez ampollas por 250 dólares es el astronómico precio del tratamiento para la leishmaniasis, enfermedad a la que han estado expuestos decenas de larenses y que ya reporta al menos seis casos, aunque autoridades sanitarias no den a conocer las cifras oficiales.
Entre los sectores El Paraíso, El Coriano y El Bolívar, del municipio Iribarren, así como Cabudare del municipio Palavecino, se han registrado al menos seis casos de leishmaniasis. La mayoría de los pacientes con esta enfermedad no han recibido el tratamiento correspondiente, pues en los centros de salud públicos no hay los fármacos adecuados y tampoco cuentan con liquidez para comprar las 10 ampollas que se requieren, siempre y cuando el paciente no tenga lesiones ulceradas, pues de esta forma necesitará de 20 ampollas, lo que aumenta el tratamiento a 500 dólares.
La leismaniasis, según advierte el médico infectólogo Julio Castro, es una enfermedad altamente peligrosa que puede causar la muerte. Es transmitida a través de la picadura de un parásito denominado leishmania y es común en regiones más pobres por estar vinculado a las malas condiciones de las viviendas, malnutrición, débil sistema inmunitario o exposición a sistema de riego en zonas no urbanizadas. Algunas mascotas como perros y conejos también son agentes transmisores del parásito que poco a poco se come la piel.
En el sector El Paraíso, al oeste de la ciudad, se presentan al menos cuatro casos, tres de ellos en niños y el otro en un joven de 26 años. Sólo una de las infantes ha recibido el tratamiento correspondiente, mientras que los otros han optado por el uso de pomadas caseras a base de plantas medicinales, por no tener los recursos para las ampollas.
«Al ser diagnosticado con esta enfermedad, el médico fue sincero y me dijo que debía costear el tratamiento porque de manera gratuita no se conseguía, pero lo poco que gano en mi trabajo no me da para comprar la medicina», expresó Gustavo Moreno, vecino de El Paraíso contagiado con el parásito.
Moreno fue el primero en el sector El Paraíso en utilizar la medicina natural en su lesión. Preparó una pomada a base de yoco-yoco, y aunque su efectividad no está comprobada por la ciencia, Gustavo cree que el parásito ha detenido su proceso de expansión en la piel.
«Aunque no se me ha desaparecido lo comido de la piel no se ve tan rojo y creo que ha dejado de crecer», manifestó Moreno en un tono esperanzador mientras muestra la lesión de su antebrazo a La Prensa.
En el mismo sector vive Génesis Torrealba, una joven ama de casa a quien le ha tocado batallar con esta enfermedad en dos de sus tres hijos. Una de las pacientes, de sólo ocho años, la superó luego de recibir el tratamiento que consiguió a través de una fundación, mientras que la otra pequeña, de cuatro años, está a la espera de ser atendida en el área de Dermatología Sanitaria del Hospital Central.
«Si tuviera dinero para cubrir todos los gastos llevaría a mi hija a una consulta privada y le compraría su tratamiento, pero como la realidad es otra, me ha tocado ir más de 10 veces al hospital rogando atención médica. Me dijeron que fuera a Sanidad que allí reportarían el caso, pero aún estoy esperando por la supuesta ayuda que le iban a dar a mi hija», expresó Torrealba.
La joven madre comentó que funcionarios de Sanidad en Barquisimeto le manifestaron que el caso de su hija era el número 120 y que debía esperar para que se acercaran hasta la zona y evaluaran las condiciones, pues justo detrás de la humilde vivienda de esta familia pasa una quebrada que desde hace meses no le cortan la maleza y hasta es usada como vertedero, proliferando gran cantidad de animales rastreros que probablemente estén cargados del vector que transmite la enfermedad.
Otra niña
En El Coriano otra pequeña de 8 años se contabiliza entre las pacientes con leishmaniasis. Desde hace cinco meses apareció la lesión en su rostro que se ulceró rápidamente. Sus padres en su instinto por cuidar de su salud, usan agua y jabón para limpiar la herida y hacen lo posible para evitar que moscas se posen sobre la herida que por su nivel de gravedad segrega líquido constantemente y presenta un color verdoso.
«A la niña le hicieron una biopsia y allí fue que nos enteramos que era leishmaniasis, pero no hemos podido reunir el dinero para comprar el tratamiento», señaló Andrés Guédez, padre de la infante.
En el barrio El Bolívar y en Cabudare también se presentan dos casos, dos jóvenes que tienen las lesiones ulceradas, pues ha transcurrido mucho tiempo desde que les apareció como una «pelotita» y que ahora es una enorme roseta a la que no le han aplicado ningún tratamiento por falta de dinero.
«Me desagrada verme la cara y más porque sé que el no tener dinero para pagar el tratamiento es lo que me tiene así, es injusto porque el gobierno debería hacerse cargo», expresó con lamento José Lameda quien habita en el barrio El Bolívar.
El joven paciente de Cabudare tuvo más suerte, pues gracias a la generosidad de un donante pudo recibir el tratamiento.
La limpieza es clave
Según la doctora Cecilia Tovar, médico epidemiólogo, la falta de higiene y fumigación en las comunidades ha generado nuevos casos de leishmaniasis, por lo que recomienda reactivar el programa de prevención que tiene años sin aplicarse. «Mientras haya maleza, basura y aguas estancadas no se frenará la enfermedad y se multiplicarán los casos mientras los centros de salud no están en capacidad de tratarlos», advirtió.
Lara viene reportando casos
En mayo de este año, LA PRENSA tuvo acceso a información que indicaba que en Iribarren se habían reportado al menos siete casos. Cinco de ellos registrados en el sector 23 de Enero y dos en La Carucieña.
En esa oportunidad, entre los pacientes del 23 de Enero se contabilizaban un niño de un año y un hombre de 50 años quienes para el momento estaban recibiendo tratamiento médico que incluyó potentes antibióticos.
Aunque LA PRENSA reportó estos casos en sus páginas, las autoridades sanitarias de la región guardaron silencio en torno a las cifras reales de pacientes con leishmaniasis en la entidad.
Luzmila Leal, presidenta de Médicos Unidos, atribuyó la aparición de esos casos a la falta de fumigación en las comunidades afectadas, así como también la nula limpieza de quebradas donde la maleza y el estancamiento de aguas se convierten en nidos de mosquitos que transmiten diferentes enfermedades.