PIÑA/COLMENÁREZ | LA PRENSA.- Unas escaras inundaron el cuerpo de Rafael Mendoza, adulto mayor que se encuentra desde hace dos meses hospitalizado en el segundo piso en el Hospital Central. Desde que un día se le espichó un caucho en la vía Duaca y un carro se lo llevó por delante, su vida cambió.
Ahora estas heridas aparecen poco a poco en su espalda. Por si fuera poco también tiene episodios de esquizofrenia.
No solo la fractura en el fémur es su padecimiento. Su familia “parió” la plata para hacerle exámenes de laboratorio y pidió ayudas para el material de traumatología.
Como no hay cupo para operarlo, sus días se consumen en la espera. Su sobrino Gilber Yánez hace lo que puede para curarlo, pero refiere que es fuerte porque debe comprar desde una aguja hasta una curita.
A otro paciente le salieron muchas y no le quisieron hacer la placa porque el tejido le huele a ratón muerto. Está podrido”, comenta Yánez, quien teme que a su tío le pase lo mismo.
Así como Mendoza, cientos de pacientes, sobre todo de traumatología y oftalmología viven esta situación. Les explicaron que la prioridad es para los que llevan 80 días. Pero también revelan que les piden buscar un anestesiólogo y enfermera para ver si los operan.
El material salió en 5 millones. Caduca a los 30 días. Siempre dicen que no hay quirófano, anestesiólogo. Ahora tiene escaras y todos los que están en la sala también”, refiere Yánez.
Los familiares de los pacientes rezongan que están hartos de esperar, pero también que no hay ni un analgésico. Refunfuñan que cuando a su paciente les da dolor de cabeza, deben salir en las madrugadas a comprar medicinas.
Rosalba Castañeda, esposa de Luis Alberto Perdomo, que está en cirugía de hombres, espetó que lleva dos meses cuidando a su marido y debe comprar hasta “una gasa”.
Ando vendiendo lapiceros para comprar las gasas y medicinas”, dijo.
Un cupo para operarse, se ha convertido en la “visa para un sueño” de los pacientes del Pineda. Esa visa implica entrar a quirófano para sanar.