Ana León | La Prensa.- Desde hace casi dos años el comedor de la UPEL no funciona. Después de lo que se pensó sería un “breve” cierre técnico no volvió a prestar servicio y los estudiantes conjunto con el Frente Clasista Simón Bolívar decidieron recolectar firmas para abrir un proceso de licitación directamente en el Ministerio de Educación superior en Caracas.
El profesor Darwin López, representante del frente, aseguró que las autoridades del plantel no se preocupan mucho por ponerlo a funcionar de nuevo, pues lo único que piden es cumplir un proceso burocrático que dura más de cinco meses y no facilita la apertura del comedor.
“En el mes puedo llegar a gastar mucho en pasaje, comida, copias y demás. Vivo en Carora y no tengo el beneficio del comedor y por lo tanto debo levantarme más temprano para cocinar y de paso llegar a clases”, admite María Álvarez, estudiante de la UPEL, fuera del aula donde estaban recogiendo las firmas.
La falta de este beneficio a hecho que más del 80 por ciento de la población estudiantil se vaya de la universidad. En el 2015 se contaba con más de 12 mil estudiantes inscritos que hacían vida en la universidad. Actualmente sólo quedan unos dos mil. Según López la mayoría de los estudiantes están presentando problemas de nutrición y eso afecta gravemente no sólo el rendimiento académico sino sus vidas dentro y fuera del plantel.
Los estudiantes foráneos son los que más sufren. Entre 60 y 150 mil bolívares puede llegar a gastar un estudiante de Carora, Quíbor o Cabudare para poder estudiar en el oeste de la ciudad de Barquisimeto.
Los foráneos no tienen la ventaja de contar con un transporte que los traiga de sus municipios todos los días, pues muchos de ellos se trasladan a diario a la ciudad. Por lo tanto deben pensar en las comidas que deben consumir en el día e intentar subsistir con eso durante la jornada. Más de uno manifestó que eso los desanima y no los deja seguir estudiando.