Nurbelys Castañeda | LA PRENSA.- Desbordados de fe feligreses asisten al templo de la Divina Pastora para pagar sus promesas y dar gracias por favores concedidos.
Eliezer Anthony Pérez de 8 años de edad, estuvo dos meses en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) por una poliomelitis. Sus padres no perdían la esperanza, aún cuando los médicos les dijeron que no volvería a caminar. “La virgen lo salvó y lo sanó con su poder. Hoy venimor a darle las gracias” contó Agustina Yépez, abuela del niño.
Juan Mendoza, otro feligrés, contó que visita a la Divina Pastora desde hace cinco años consecutivos, tras sufrir un infarto. “Gracias a la virgen que me curó, me siento mejor. La acompaño en su recorrido cada año”, expresó.
Historias como estas son comunes en Santa Rosa cuando faltan pocas horas para la procesión mientras se ven a feligreses que acuden a la misa con flores para honrar a su patrona.
Este jueves se vio cómo la fe trasciende a lo sublime, rostros llenos de lágrimas se observaron durante la misa en la iglesia del pueblo. En el ambiente se respira paz, y al momento del canto de la oración del Padre Nuestro muchas son las pieles que se erizaban por la majestuosidad del momento. Al llegar el abrazo fraterno de paz todos se abrazaban con cariño aun sin conocerse.