martes, 5 noviembre 2024
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Dar a luz es un drama para las venezolanas

Osman Rojas | LA PRENSA.- Su rostro refleja cansancio. Sus ojos claros son opacados por las ojeras, su voz cansada apenas se oye. No tiene ánimos para contar sus últimas 48 ho­ras que han sido dramáticas para él. Vendió la máquina de coser que su mamá tenía y pi­dió prestado a compañeros de trabajo para poder costear los gastos de la cesárea de su mu­jer. Valió la pena su esfuerzo, Manuel Castro es padre prime­rizo aunque la experiencia le bastó para no querer tener otro hijo en un buen tiempo.

“Todo está bien, gracias a Dios. El parto fue un éxito aun­que aquí me pidieron de todo, tuve que gastar en un kit para cesáreas y tuve que buscar di­nero para seis frasquitos de an­tibióticos, cada uno en 30 mil bolívares porque aquí no habí­a”, recuerda Castro sentado a las afueras de la puerta de visi­ta en el Antonio María Pineda.

El padre relata que el drama para nacer empezó hace tres meses cuando él y su esposa fueron a buscar presupuestos en clínicas para ver si tenían a su hijo allá.

“Ella (su esposa) no quería pa­rir en el Hospital Central. Le habían metido mucho cuento de que aquí las parturientas se morían y eso la tenía asustada. Fuimos a varios centros priva­dos, pero la cesárea no se baja­ba de 700 mil bolívares. Vendí la máquina de mi mamá e igual no pude completar la pla­ta. El parto se le adelantó y nos tuvimos que venir para acá”, explicó Castro, visiblemente cansado.

Según contó el entrevistado, ambos tuvieron algunos pro­blemas por la frustración de no encontrar el dinero. “Peleába­mos porque no sabíamos có­mo íbamos a resolver pero gra­cias a Dios todo salió bien”, dice aliviado. Castro explica que el dinero que ganaba se iba en comer y comprar uno que otro pañal bachaqueado para cuando el bebé naciera. “Soy mecánico, no gano mucho tampoco y aunque lo intentara no se podía ahorrar dinero”, cuenta.

El relato de Castro encierra el sentir de muchas personas en la actualidad. La falta de medi­camentos para tratar un emba­razo, el alto costo de una inter­vención en los centros priva­dos y la dramática situación económica que atraviesa el pa­ís son factores determinantes para que las personas se lo piensen antes de tener un hijo. Milagro Rojas es una mujer de 29 años que ahora mismo se encuentra esperando el na­cimiento de su segundo hijo.

Ella tiene 6 meses de embara­zo y al día de hoy no ha consu­mido la primera píldora de áci­do fólico porque no aparece en el mercado.

“Mi esposo tiene que trabajar y yo me quedo en la casa cuida­do a mi otro hijo, quién va a sa­lir a hacer cola o a preguntar en las farmacias si hay ácido fóli­co?”, cuestiona Rojas.

Ahora mismo encontrar su­plementos vitamínicos, hierro o calcio prenatal en las farma­cias es misión imposible. Los niveles de producción farma­cológicos están por el suelo y las embarazadas están desam­paradas y sin atadas de manos.Freddy Ceballos, presidente de la Federación Farmacéutica Venezolana, explica que debi­do a la deuda que el Gobierno nacional tiene con los laborato­rios la producción se ha parado y la escasez de medicamentos para mujeres embarazadas ro­za el 95%.

“No tenemos cómo trabajar. La deuda es muy grande y el Gobierno no se pronuncia. Los laboratorios están en cierre técnico”, sentenció Ceballos.

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