Con el Miércoles de Ceniza se abre un tiempo litúrgico llamado Cuaresma que representa los 40 días de preparación para celebrar el triduo pascual: la pasión, muerte y resurrección de «nuestro Señor Jesucristo». Durante este tiempo, la Iglesia católica invita a cumplir con acciones, como el ayuno y la abstinencia, actos que deben tener un propósito de cambio y sacrificio.
El padre Alexander Nieves, párroco de la iglesia San José, explica que «El triduo pascual va más allá del Domingo de Ramos, este es un paréntesis dentro de la etapa final de la Cuaresma, porque los días lunes, martes y miércoles aún es Cuaresma, la que termina el Jueves Santo por la tarde con el inicio de la misa de la cena del Señor, con la que comienza el triduo pascual».
Durante este tiempo se observan dos días de ayuno y abstinencia de carne: el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo. El ayuno implica abstenerse de consumir platos fuertes, especialmente carnes rojas y compartir esos alimentos con quienes carecen de ellos. Nieves recuerda que «es una práctica penitencial que debe culminar en un acto de caridad. Esa carne puedo compartirla con alguien que sé que no ha consumido carne en todo el año por necesidad, o con alguna persona sin hogar. Que esta privación me ayude a descubrir y experimentar, en primer lugar, la realidad que enfrentan muchas personas y que aquello de lo que me privo pueda compartirlo con alguien que verdaderamente pasa necesidad».


Los viernes de abstinencia implican no comer carne, pero en la actualidad muchas personas se preguntan si tiene algo de malo consumir carnes rojas. En realidad, no tiene nada de malo. Desde el punto de vista católico, lo importante es que las personas tengan claro el propósito de estos días y que realizar una obra de caridad puede suplir la abstinencia de carne.
Durante la Cuaresma, la Iglesia también invita a actitudes más espirituales como pedir perdón, sanar heridas, situaciones y problemas que se han acumulado con el pasar del tiempo en el ámbito familiar o laboral. No es sólo en Navidad cuando se debe pedir perdón, pues la Cuaresma invita a vivir un tiempo de paz espiritual e interior.
Inicio de la cuaresma
El Miércoles de Ceniza marca el fin de las fiestas de carnaval, un tiempo de excesos y desmesuras, y el inicio de un período de serenidad y conversión. La ceniza, en sí misma, representa la idea de que «polvo eres y en polvo te convertirás». Esto nos invita a pensar y reflexionar sobre el hecho de que, a pesar de las posesiones materiales, todo se reduce a cenizas y que debemos enfocarnos en lo espiritual, en nuestra salvación», explica el padre Jesús Lárez, párroco de la iglesia Inmaculada Concepción.


Lárez destaca que la ceniza es un símbolo de penitencia para recordar los pecados, que hemos fallado ante Dios, ante los hermanos y ante nosotros mismos, y por ello la ceniza. El papa Urbano II, en el siglo XII, instituyó oficialmente la práctica de imponer cenizas a todas las personas que asisten a la eucaristía. Antes se colocaba sólo a los penitentes, a quienes habían cometido grandes faltas, grandes pecados, pero ahora después del siglo XI se coloca a todas las personas que van a la misa no sólo a los penitentes, sino que es un rito de inicio cuaresmal.
«El signo de la cruz de ceniza nos muestra a todos como mortales, que no hay nadie superior, que el único eterno es Dios y que en cada uno hay una realidad pecaminosa, donde al mirar esas limitaciones humanas se ve actuar a Dios. Hay quienes se trazan metas; si tienen un vicio, estos 40 días de Cuaresma lo que gastan en ello lo guardan para luego donarlo a una obra de caridad, y eso sí es un sacrificio», refiere el párroco de la iglesia Concepción, la más antigua de Barquisimeto.