José Miguel Najul | LA PRENSA.- La muerte súbita alcanzó la construcción, dejando miles de manos obreras a la intemperie. Las obras que en otro tiempo eran el núcleo de la dinámica laboral ahora están apagadas y los trabajadores, sumidos en el desespero, contemplan la desaparición de sus ingresos y la aniquilación de los proyectos.
Sólo en Lara el Sindicato de Trabajadores de la Construcción (Suticel) estima que haya unos 30 mil trabajadores de manos caídas, muchos de ellos desde hace más de un año.
Pedro Peña, vocero de la organización sindical, apunta que el golpe más duro se originó en el sector público, en donde, según él, están detenidas todas las labores importantes.
“Son las obras más grandes las que se detuvieron definitivamente: el Sistema Yacambú Quíbor, la represa Dos Bocas, las Torres de El Sisal, son sólo los grandes ejemplos de lo que está ocurriendo en el sector público de la construcción”, destaca Peña.
El problema, al parecer, es multifactorial, pero algunos de los elementos los identifican claramente los propios trabajadores. Uno de ellos es la escasez de recursos del Gobierno nacional que, naturalmente, merma la inversión estatal; sin embargo, apuntan al propio chavismo como artífice de la crisis, desde que comenzó a criminalizar la compra y venta de materiales de acero y del cemento.
“La situación del sector constructor es verdaderamente lamentable. Es uno de los indicadores que permite saber cómo va marchando un país. Tenemos, además, un alto índice de desempleados y eso es un impacto social muy importante”, critica Orlando Chirinos, dirigente del Sindicato de Trabajadores del Cemento en el estado Lara.
En el mundo de la construcción privada, el fenómeno es el mismo. En lo que va de 2017 sólo han contratado unos 60 obreros para dos obras, ambas construcciones verticales, que ni siquiera han empezado.
Frank Mendoza, presidente de la Cámara de Construcción, ha reclamado el hecho de que el Gobierno haya implementado políticas “anacrónicas” para tratar con la dinámica del sector, y apunta que políticas impositivas sólo propician que los conflictos se vayan acrecentando y que más personas ligadas al sector se vean perjudicadas.