Osman Rojas | LA PRENSA.- El terror cybernáutico del juego “Ballena Azul” aterrizó en el estado Lara. Aunque todavía no hay casos de suicidio confirmados, el Proyecto Juvenil Misionero al Servicio de la Arquidiócesis de Barquisimeto (Projumi) aseguró este miércoles que cinco familias se han acercado a la institución en los últimos 15 días para pedir ayuda porque sus hijos, aparentemente, están vinculados con esta travesura.
La información la dio a conocer Gerardo Pastrán, presidente de Projumi, quien mostró su preocupación por la llegada del juego de origen ruso a tierras larenses. “Esto no puede pasar por debajo de la mesa. Nosotros estamos alarmados por un juego que acaba con la vida de los jóvenes. Eso es cyberdelincuencia y las autoridades deberían usar filtros para evitar males mayores”, dijo Pastrán.
El presidente de Projumi explicó que el juego de la “Ballena Azul” consiste en recopilar, por medio de un administrador de grupo en redes sociales, información de los jóvenes. Poco a poco el administrador va colocando retos que empiezan con una cortada pequeña o un tatuaje y terminan con un llamado a suicidio.
“Son 18 retos los que les piden a los muchachos. Conforme se avanza en el juego los desafíos son más sangrientos. La persona pierde el dominio total de sus emociones hasta que llega a ser controlada por completo”, soltó Pastrán.
Los jóvenes llegan a este juego por invitaciones en Facebook, Instagram, WhatsApp e incluso Skype. Por curiosidad, las personas ingresan y poco a poco el administrador del juego empieza a sacarle información personal con la cual lo va amenazando. “Ya entraste aquí, ya no te puedes salir”, es la amenaza que por lo general le hacen a los jugadores.
Los retos inician con una línea de órdenes sencillas de cumplir. Primero se pide que el jugador no vaya a clases y que se reporte enfermo. Otro de los retos es levantarse a una determinada hora de la madrugada y conectarse a internet. Luego los desafíos van aumentando de nivel.
El administrador pide cosas como colocarse un piercing caliente debajo de la lengua o hacerse un tatuaje religioso o de paisajes naturales. El último reto consiste en quitarse la vida.