Daniela Valladares | LA PRENSA.- Los muebles y cuadros de la casa de la señora Isabela Nieves están tapados por un plástico transparente desde hace más de un año. Con un trapo en la boca, Nieves, señala con el dedo la mesa de la sala y el piso que tiene una capa fina de tierra y polvo que tiene su casa invadida y que proviene de las calles destrozadas que dejo Hidrolara, cuando reparó las cloacas desde la calle 41 hasta la 43 entre carreras 12 y 13, en el centro de la ciudad.
Así como Nieves también se encuentran afectados otros 20 vecinos del sector. Como es el caso de Antonio García, quien tiene una tos seca constante y sospecha que es por estar expuesto día y noche al polvo, ya que los carros que transitan levantan un huracán de tierra que invade las casas y negocios de la zona.
El problema comenzó hace más de 12 meses cuando las tuberías de aguas negras colapsaron y se desbordaban dentro de las casas. La cuadrilla de Hidrolara rompió el asfalto en dos cuadras para solventar la crisis, sin embargo dejaron la calle más fea que un carro por debajo e incluso la ruta 21 dejó de recorrer esas calles.
‘Uno entiende las razones que los choferes alegan y tienen razón, no pueden exponerse a que se les espiche un caucho o dejar el tren delantero pegado en la calle‘, cuenta García, quien ahora debe caminar mínimo tres cuadras para poder agarrar el autobús.
El pasado 02 de enero, los vecinos se organizaron y solicitaron en la sede de la hidrológica, en la calle 48, que le metieran el pecho a culminar el trabajo, ya que además de dejar la vialidad vuelta un desastre también rompieron un tubo de aguas blancas y el sector estuvo sin el líquido durante un mes y medio.
‘La respuesta que nos dieron fue que el presupuesto se había acabado y por eso no se pudo culminar, pero ellos tienen que tener eso cuadrado mucho antes de comenzar a romper todo, es algo ilógico‘, denuncia Nidia Rivero, vecina de la comunidad, quien tuvo que comprar agua de botellón para poder cocinar y limpiar durante el tiempo de sequía.