El agua negra (cloacas) brota de la calle como si fuera fuente de una plaza, con borbollones de intensa fetidez y que se empoza hacia al final de la calle, logrando una mínima salida por la pared que divide la quebrada. En estas condiciones viven 112 familias de Residencias Venezuela, II etapa de Bararida y exigen que sea reparado ese colapso de aguas servidas, siendo un problema que los afecta desde finales del año 2024. Señalan que la contaminación también afecta al colegio Divina Pastora, hacia el área de una de sus canchas deportivas.
Tal problema se acentúa al frente del Edificio Caroní, donde la señora Veriozka Giménez lamenta que —durante los últimos meses— inquilinos de dos apartamentos en planta baja tuvieron que irse a vivir con familiares porque era insoportable ese hedor tan nauseabundo. Además que ocurrió una situación similar con otro inmueble que mantenían alquilado y terminó desocupado en ese mismo piso.
Reitera que tienen cinco reportes entre los que fueron entregados en la sede de Hidrolara y a través del reclamo por la plataforma VenApp, tal como se lo confirmó la junta de condominio y sólo desean que la solución sea lo más pronto posible.


Cuenta que entre los más recientes figura el de mayo de 2025, cuando les realizaron sondeo de colectores, la cuadrilla estaba trabajando con un camión con guaya y realizaron limpieza de boca de visita (alcantarilla), pero quedó pendiente otra inspección, considerando que necesitaban la máquina retroexcavadora. Los meses siguieron transcurriendo y dicha maquinaria pesada nunca fue asignada, por lo que realizaron otra solicitud a final del mes de octubre, pero tampoco les aprobaron una inspección y sin resignarse a pasar la época de navidad, insistieron con el más reciente reclamo el pasado 28 de noviembre, acompañado con los respaldos de los reportes anteriores.
«Es incómodo vivir en estas condiciones y considerando que existen una mayoría de adultos mayores con más riesgos a enfermarse», indicó Giménez ante el peligro de la incidencia de afecciones respiratorias, con cuadros virales más seguidos, lo cual consideran como una amenaza latente de complicaciones ante otras enfermedades existentes.
Admite que sienten el temor de contraer lesiones en la piel o cualquier otra reacción alérgica, lo cual consideran como una especie de «bomba de tiempo» entre los habitantes de los siete edificios que conforman este conjunto residencial, ubicado al este de Barquisimeto.
El señor Carlos Quero señala que en varias oportunidades se trata de proteger con doble tapabocas y usando botas plásticas, para realizar una canal (como un surco pequeño) que permite desviar el agua negra hacia el orificio de la pared y así mantenga su recorrido hacia el desagüe de la quebrada cercana, intentando que no se mantengan pozos en las calles, que terminan concentrando la fetidez.


También percibe que en determinados momentos del día suele ser más fuerte ese mal olor y durante el período de lluvias se generaliza este problema, porque las aguas servidas salen con más presión y dicho concentrado puede rebasar la acera, siendo mayor la propagación de la contaminación. También percibe que durante el mediodía, aunado con el calor, lo sienten con más intensidad, siendo más incómodo por la fatiga de la temperatura ambiente.
Exigen una solución para el colapso de cloacas
Una situación que principalmente obliga a los residentes del Edificio Caroní a mantener selladas las ventanas y así tratar de evitar que se les concentre el mal olor en sus hogares. Perdieron la ventilación natural, porque sería el acceso a zancudos o demás plagas que se desarrollan en ese criadero de vectores por tanta humedad. Además de lo desagradable que implica el constante revolotear de zamuros.
Sólo piden que en la hidrológica asignen una cuadrilla y la maquinaria, considerando que lo más probable es que les toque abrir varios metros del asfalto desde el portón principal hasta el brote de la cloaca.


