Desde 1897, los murciélagos, quienes conforman el orden Chiroptera, tienen mala fama. Cuando Bram Stoker, escritor irlandés, publicó su novela Drácula y luego en 1979 llegó al cine, se creó toda una cultura popular en el mundo, en la que generaciones enteras llegaron a crecer con la idea, que los murciélagos son criaturas del mal que muerden a las personas y beben su sangre. Pero todo es ficción. Menos del 1% de estos mamíferos, que son los únicos que tienen alas, son hematófagos, es decir, se alimentan de sangre de otros animales. Su único mal, es que los llamados vampiros, pueden ser transmisores del virus de la rabia, como ocurre con otras especies de fauna silvestre.
La gran mayoría, comen insectos, frutas, polen y néctar, siendo de gran importancia para el equilibrio biológico, porque controlan plagas que afecta la agricultura y vectores de enfermedades que afectan al hombre. Además son dispersores de semillas y los segundos más grandes polinizadores, después de las abejas.
Venezuela es uno de los 10 países del planeta con más especies de murciélagos. Indonesia, Colombia, Perú, Brasil, Ecuador, son algunos de los que lo superan. Las cifras más recientes son de 2023, en donde se habían identificado 173 especies de murciélagos en el país, agrupadas en 71 géneros y nueve familias.


Desmontando mitos del murciélago
La bióloga Ariany García Rawlins, magíster en ecología y coordinadora del Programa para la Conservación de los Murciélagos de Venezuela (PCMV), tiene casi 20 años estudiando murciélagos, que después de los roedores, son el grupo de mamíferos más numerosos del mundo.
La principal forma de estudiarlos es mediante muestreos nocturnos, cercanos a sus refugios o zonas de alimentación. Para su captura uno de los métodos más comunes son las redes de neblina, aunque no es el único. Toda la información con la que se cuenta sobre los murciélagos permite desarrollar programas educativos, planes de conservación y hasta promover la protección de áreas de importancia para la conservación de estos animales, ampliamente incomprendidos y rechazados.
“Tenemos murciélagos distribuidos en todo el país, limitando únicamente su presencia por encima de los 3.000 metros de altitud. Aunado al alto número de especies, la diversidad dentro del grupo es muy amplia. Tienen hábitos alimenticios, de uso de refugios, de patrones de vuelo, de patrones de reproducción, entre otras cosas, muy diferentes. En el nuevo mundo son nocturnos y vuelan, en eso todas las especies coinciden», explicó de forma anecdótica.
Buena parte de su trabajo, consiste en desmontar falsos mitos en torno a los murciélagos: «Ellos no son aves, no son insectos, no son ratones con alas, son mamíferos como los roedores, pero pertenecen a otro grupo. ¡Tampoco son ciegos!», exclamó. Son nocturnos y se orientan a través de la ecolocalización, un radar o sistema de emisión de ondas de ultrasonido en sus vocalizaciones o emisiones nasales, que les permite orientarse y no tropezar con árboles o ningún objeto en la oscuridad.
Resalta que más que la vista, estos animales desarrollan mejor el sentido del olfato y el oído. En el país, la mayoría de las investigaciones de mamíferos y específicamente de quirópteros (murciélagos), se realizaron en la segunda mitad del siglo XX, con mayor intensidad desde 2011, cuando se creó el PCMV, que es parte de la Red Latinoamericana y del Caribe para la Conservación de los Murciélagos (RELCOM).


Tipos e importancia
Según un artículo de la revista Explora Projects, en Venezuela al igual que a nivel mundial, más del 60% de los murciélagos que existen, son insectívoros. Lo que representa que ellos mantienen el equilibrio de las poblaciones de artrópodos (insectos). «Esto conlleva a reducir el impacto negativo de las poblaciones de plagas que ataquen los cultivos agrícolas. Pero además, también comen insectos que trasmiten enfermedades al ser humano», indicó García. Pueden comer gran cantidad de insectos cada noche, hasta el equivalente a su peso.
El 25 % de los murciélagos en el país, son frugívoros, dispersan semillas, interviniendo en el mantenimiento de gran variedad de plantas nativas, silvestres y comerciales.
El 10% son nectarívoros y polinívoros. «El murciélago introduce su cabeza en las flores en forma de campana, llenándola del polen de la flor. Llega con su lengua muy larga hasta el fondo (como ocurre con los colibríes), se alimentan del néctar y luego, al visitar otras flor y repetir el proceso, transporta el polen hasta otra flor de la misma especie, y en ese intercambio de polen se logra la reproducción de las plantas», comunicó la bióloga Ariany García Rawlins. Son claves en la reproducción de cactus y agaves en las zonas áridas y semiáridas.
Menos del 4% de los murciélagos se alimentan de otros vertebrados, específicamente se trata de especies que cazan anfibios, reptiles, roedores, aves, peces o murciélagos de menor tamaño que no son de su misma especie.
En Venezuela, de las 173 especies de murciélagos, sólo tres son hematófagos (menos del 2%), su dieta es exclusivamente la sangre de otros animales. Estos son: el vampiro común Desmodus rotundus, vampiro de alas blancas Diaemus youngii– y el vampiro de patas peludas-Diphylla ecaudata.
Recalcó que no todos los hematófagos están contaminados con la rabia. «Si existen estas especies es porque cumplen una función en los ecosistemas. No debemos satanizarlas», manifestó.


Tamaño y reproducción
Entre las especies de murciélagos los tamaños son muy variados, hay los que pesan menos de 10 gramos y la medida de sus alas extendidas puede ser menor a 10 centímetros. Y hay especies significativamente más grandes, como el Vampyrum spectrum, cuyas alas extendidas puede tener hasta un metro de envergadura.
«El Vampyrum spectrum es una especie carnívora, la más grande del país y el Neotrópico, pudiendo ser hasta más grandes que los zorros voladores de Asia», señaló García, coordinadora de PCMV.
En cuanto a la reproducción de los murciélagos, es igual que a la del resto de mamíferos. Sus embarazos pueden durar entre tres a cinco meses y tienen un parto vaginal. Tienen una cría por parto, a menos que sean morochos. «Al nacer la cría se desplaza hasta los pezones de la madre y esta puede volar con ella a cuentas muestras esta pequeña. Los murciélagos recién nacidos pueden tener hasta un tercio del tamaño de su madre», especificó.


Especies amenazadas
En Venezuela hay seis especies en categoría de amenaza. Según el Libro Rojo de la Fauna Venezolana, del que Ariany es coeditora, cuatro son vulnerables: el murciélago cardonero, el murciélago cola libre de Peale, el murciélago frugívoro gigante andino, el murciélago nectarívoro de Luis Manuel. Y dos están en peligro de extinción: el murciélago bigotudo de Paraguaná y el murciélago narigudo menor.
Algunas de las poblaciones han ido disminuyendo por la pérdida de su hábitat, como la deforestación en zonas donde se alimentan o reproducen, por la perturbación de las cuevas y otros refugios, por el impacto de los pesticidas, o sencillamente por el exterminio de parte de los humanos, ignorando su importancia biológica.
Rhadames Barroeta, reveló que tras visitar recientemente la Cueva de la Segunda Cascada, al lado de El Zumbador, en Humocaro Alto, municipio Morán, en Lara, se dejaron de avistar los murciélagos, cuando antes eran centenares los que se refugiaban en ese lugar. «Anteriormente no se podían ver las paredes de las cuevas por la cantidad de murciélagos. Esta vez que fuimos no había ni uno. Una hipótesis que se maneja es que fue por la intervención humana», expresó.
A los murciélagos también los afecta el cambio climático, porque los ciclos de vegetación y lluvia han cambiado por la expansión de la agricultura, y la contaminación lumínica.
Ariany García, mencionó que en Venezuela hay una especie de polinizador de cactáceas (Leptonycteris curasoae), donde parte de sus poblaciones realizan movimientos migratorios entre las islas de Aruba, Curazao y Bonaire y entre estas y las cosas de la Península de Paraguaná, e igualmente de allí a las zonas áridas del suroseste del país, hacia Colombia.


En el caso de Lara
Luis Guedez, miembro de la Brigada de Guardaparques Voluntarios de Venezuela, informó que en el estado Lara, se han fotografiado y estudiado algunos murciélagos: el Moloso Cola de ratón (Myotis nigricans), el Murciélago Cardonero (Leptonycteris curasoae) y el Murciélago Vampiro Común (Desmontus rotundus). Se han identificado en los parques nacionales Terepaima, Cerro Saroche y Yacambú.
«A pesar de la amplia diversidad de especies de murciélagos de Venezuela, la realidad es que faltan muchos datos y hay mucho trabajo por delante”, expresó.


