Isabella Delgado | LA PRENSA.- Pegada a una columna, con dos maletas a sus pies y con la mirada absorta en la Divina Pastora. Son las 10:00 de la mañana en el Santuario de la Excelsa Patrona e Iris Agras acaba de llegar de La Victoria, Aragua, para su encuentro anual con la virgen. La detallaba de lejos, al margen del apretado círculo de creyentes que rodeaban la imagen, al tiempo que le da una vez más las gracias por haberle concedido la superación del cáncer de mama.
Los otros cinco miembros de su familia la acompañaron al viaje en bus, pero están dispersos en la iglesia. Rezan, toman fotos, aprovechan que toda la iglesia no está a reventar. “Está preciosa, como siempre. Muy sencilla, nada ostentosa, como es ella”, suelta conmovida.
Historias como las de Iris y su promesa que este año llega a los 12 años, abundaban entre los fieles que visitan cada 13 de enero la iglesia Santa Rosa de Lima para ver a la virgen antes de su partida. El sentimiento a flor de piel con el que expresaban su agradecimiento y sus expresiones se hacía notar. Abundaron las lágrimas, oraciones de rodillas, padres que elevaban a sus hijos frente a ella y fieles vestidos de pastores.
Hubo otros que le dejaron ofrendas con significado personal, como Ligia Rivas, que le llevó una bandera de Puerto Rico, su hogar desde hace 17 años. La oriunda del estado Vargas migró, pero cada vez que puede vuelve ver a su familia y a visitar a la Pastora. “Le pido a la virgen por Venezuela, para que las cosas mejoren, por mi familia, que está toda aquí. Quiero un mejor futuro para ellos, para todos”, dijo con mucho sentimiento, con lágrimas en los ojos.
Y fue el futuro del país y el bienestar de los venezolanos la principal petición de los feligreses consultados. También pidieron por la salud de sus familias, por sus carreras y por la productividad de las tierras. Agradecieron la fe que los mantiene fieles a la patrona sentimental de Lara.