EFE | LA PRENSA DE LARA.-& ;La estética «gamer» irrumpió hoy de lleno en el Festival de Venecia con la película «AGGRO DR1FT», un nuevo artificio de Harmony Korine rodado con cámaras térmicas en el que un dúo insólito, Jordi Mollá y el rapero Travis Scott, se convierten en sicarios dentro de un mundo de machismo y violencia.
«Cada vez me sentía menos satisfecho con las películas que veía y empecé a pensar que quizá para mi también habría algo, una pequeña realidad que combinara animación, música, videojuegos», confesó en la rueda de prensa Korine, detrás de una máscara diabólica amarilla.
El realizador de «Gummo» (1997), considerado un transgresor icono de cine independiente, decidió entonces que quería experimentar con «la idea de lo que viene tras una película lineal».
El resultado es «AGGRO DR1FT», una creación que tal y como se esperaba no ha dejado a nadie indiferente en la Mostra, donde se ha estrenado fuera de concurso (basta pensar que al final de su estreno en la sala, el amplio bando del aplauso compitió sonoramente con el no menos poblado de los abucheos).
La cinta está rodada con cámara térmica, su música atruena de principio a fin y logra reunir a un dúo insólito, el español Jordi Mollà y el rapero Travis Scott, recientemente protagonista de «Circus Maximus», experimento del trío Korine, Gaspar Noé y Nicolas Winding Refn.
La trama asemeja al universo de «world of warcraft» o «Fortnite», videojuegos multijugador en los que uno mata al primero que pilla.
Mollà es un sicario encargado de rendir cuentas entre los capos de los suburbios de Estados Unidos pero su misión definitiva, acabar con el asesino más sangriento del planeta, le obliga a reclutar una banda de chacales, entre los que se encuentra el rapero.
En esta odisea, la silueta de los personajes se escurre en manchas infrarrojas y el dramatismo aumenta con animaciones tridimensionales y un lenguaje explícitamente violento. Porque «AGGRO DR1FT» es ante todo un Averno de demonios armados, prostitutas y disparos.
«Quería algo que me llevar a una experiencia sensorial, que me causara como una vibración y me metiera dentro de un videojuego, en un mundo infinito», reconoció el cineasta.
Porque ese, el universo de los juegos de animación, «es en estos momentos una de los formatos más excitantes».
«Espero que esto se aprecia porque no queríamos que simplemente fuera un ejercicio técnico, queríamos divertirnos. No veo que haya un sentido de experimentación y quería volver a esta idea de la diversión, enamorarme de nuevo con el proceso», relató Korine.
De hecho, en un primer momento, la idea no era montar una película sino un breve vídeo, tal y como explicó en la presentación el autor de los abrumadores efectos especiales de la cinta, Joao Rosa, al igual que el cineasta con el rostro enmascarado.
Pero el resultado que iban obteniendo les animó a estudiar «la convergencia entre el cine y los videojuegos», a su parecer cada más próximo por la irrupción de los espectadores más jóvenes.
Y la expedición a este universo nuevo e inhóspito tenía que estar encabezada por uno de los raperos más innovadores del panorama actual, Travis Scott: «Él ha creado todo un mundo con su música y eso tenía mucho que ver con la película que queríamos hacer», sostuvo el cineasta.
Mientras que la elección de Jordi Mollá fue mucho más prosaica: es vecino en Miami de Harmony Korine, y de hecho le suele mandar cada día vídeos de las iguanas de su jardín.
Pero su «talento» y su «voz hermosa», en palabras de realizador, le hicieron apostar por él para dar vida al asesino de «AGGRO DR1FT», un hombre roto por su propio talento, que es también su condena.
Información: EFE, Venecia, 2 sep.