Especialistas afirman que el Sistema Eléctrico Nacional (SEN) no presenta mejoras desde el día en que colapsó
Jhonny Pérez | LA PRENSA DE LARA.- A cinco años del mega apagón registrado en el país, venezolanos viven con el suplicio de la oscuridad ya que, según información del presidente de la Asociación Venezolana de Ingenieros Eléctricos y Mecánicos (Aviem), Rafael Peña, no se ha evidenciado mejora alguna en el Sistema Eléctrico Nacional (SEN) desde la tarde del 7 de marzo de 2019, cuando el sistema colapsó.
El problema, según reportes de la Aviem, no comienza en la fecha anteriormente señalada, pues ya desde el 2008 se hacían las solicitudes de planes de mantenimiento a las principales plantas hidroeléctricas, como el Guri, Caruachi, Macagua 1, 2 y 3, Uribante Caparo y Santo Domingo las que tenían la capacidad de producción del 48,1% equivalentes a 14 mil 900 MW, así como las termoeléctricas tales como Planta Centro, Tacoa, Termocentro el Sitio, Termocentro el Zulia, planta Rafael Urdaneta, Ramón Laguna, Argimiro Gabaldón y las ubicadas en la Zona Industrial I y III de Barquisimeto, las cuales podrían llegar a generar 16 mil 080 MW que representaría el 51,9% de la producción.
Ante la negativa de hacer los trabajos propuestos por los expertos en materia eléctrica por parte del gobierno del presidente, Hugo Chávez, los problemas eléctricos se intensificaron hasta que en 2015 se dan los primeros apagones en Venezuela contrarrestados con planes de racionamiento de 4 horas diarias por un período de 40 días o el tiempo que fuera necesario. Para aquel entonces, el ministro de Energía, Luis Mota, habría explicado que «era necesario tomar estas medidas, debido a que no se está haciendo un ahorro consciente de la energía y hay que preservar los embalses hasta que se llenen por lluvias».
El problema
Venezuela se «acostumbró» a vivir con cortes de luz por los siguientes años, por los que algunos especialistas en materia energética responsabilizaban al Ejecutivo por la falta de inversión en mantenimiento del sistema; sin embargo, el Gobierno atribuía las fallas a los efectos climáticos como El Niño, sin precisar el motivo por el cual las plantas termoeléctricas estaban paralizadas. He allí que el SEN colapsó sin mejoras inmediatas, oportunas.
La justificación del Gobierno nacional por esta situación fue una presunta guerra eléctrica, un sabotaje auspiciado por factores de oposición patrocinado por el gobierno del entonces presidente, Donald Trump. Así pasaron los días, el problema se agudizaba y los venezolanos angustiados veían cómo resolvían en sus hogares, ya que todos los sectores estaban paralizados, se creía que el servicio sería restituido en un período de 2 horas; sin embargo, este se prolongó hasta el 11 de marzo del mismo año, causando tensión en toda la población.
Persisten las fallas
Mileiddy Díaz, madre y ama de casa, adelanta los quehaceres del hogar antes de que corten el servicio de luz, de tal forma no sufrir un colapso de estrés porque su cocina es eléctrica y vive en un conjunto residencial de Barrio Unión, donde encender un fogón o fogata no es permitido. Pero no es sólo eso, pues sus pequeños sufren de asma y con los cambios bruscos de temperatura comienza la crisis de esta enfermedad y al no haber luz para las nebulizaciones tiene que dirigirse a otros sectores de la ciudad para aplicar el tratamiento a los niños, cuando el asma ha empeorado. Así como estas, muchas son las historias de cada familia con referencia al corte de energía, historias en la que la salud y la estabilidad emocional se ven involucradas.
El ingeniero Rafael Peña, refiriéndose a la situación actual del SEN, sentenció que: «No han existido construcciones en la parte eléctrica que indiquen una mejoría, los apagones se siguen registrando con frecuencia en todas las zonas del país y al no tener una información oficial sobre el sistema nos hace creer que seguimos iguales».
A su juicio, para hacer frente a esta problemática eléctrica no es necesario el mantenimiento del sistema, sino el mejoramiento del mismo sustituyendo equipos y redes viejas, no por repotenciados, sino nuevos, ya que se trata de resolver el problema de la generación, transmisión y distribución de cargas.
Crítica
Para el cierre del año 2023, según datos de la ONG Hum Venezuela, el servicio eléctrico mostró estado crítico cuando las fluctuaciones diarias a nivel nacional se incrementaron de 25,9% a 61,9% en comparación con el año 2022, mientras que los apagones recurrentes ascendieron a 155,9% pasando de 147 mil 500 a más de 230 mil.
En Lara, según precisiones de esta organización, 1 millón 301 mil 164 fallas severas se registraron el año pasado, lo que representa el 69,4% del servicio.
Raúl Azparren, representante del Movimiento Activos por la luz, destacó que la situación es crítica, pues los últimos reportes llevados por el movimiento local en las parroquias como Ana Soto, Unión y Concepción se registraron cortes de luz con duración de hasta 30 horas este fin de semana.
«La empresa responsable del servicio no emite información, pareciera que no están haciendo nada para mejorar el problema del fluido eléctrico, no se denotan mejoras; hemos reportado porcentajes fuera de proporción sobre la situación de la luz en la entidad», aseveró Azparren, quien también concuerda con los otros expertos en que el problema actual radica en la falta de generación de energía para satisfacer la demanda.
Afirmaciones como la del presidente del Colegio de Ingenieros de Lara, Julio Gutiérrez, destacan que no se pueden desligar los dos tipos de generaciones de energía de Venezuela, ya que ambas están interconectadas y concebidas de esa forma en respuesta a las estaciones climáticas que se dan en el país, lo que quiere decir que ambas requieren de inversión para la sustitución de equipos y redes.