Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- Las gubias para tallar la madera de algunos artesanos han tenido su receso, debido al descenso en el interés de sus piezas creativas. Este grupo de artistas ha depuesto su destreza en la transformación de la madera para dedicarse a la carpintería, pero las condiciones no mejoran porque se debaten entre las bajas ventas y pocos encargos de piezas.
El polvillo de madera se respira en el taller de Raúl López, conocido como «tallador de sueños» desde 2017 durante una exposición en la Flor de Venezuela. Luego tuvo la oportunidad en el Obelisco y un reconocimiento del Concejo Municipal de Iribarren entregado durante el Día del Artesano, significan el orgullo de dedicar toda una vida a la madera. Pero en la actualidad, se alterna con trabajos de carpintería y lamenta que también perdieron demanda.
Un estante grande es uno de los últimos encargos, el cual debió restaurar y estuvo listo en 10 días, dejándolo como nuevo con sus retoques de tinta, sellador y barniz. Las gavetas llevan el sello de su minucioso tallado, esa técnica que saca provecho del cedro y caoba para darle forma a Jesucristo, Simón Bolívar y algunas figuras políticas de la entidad.
Antoni Colón es un artesano de Yaracuy que trabaja conjuntamente con Omar Bermúdez, señala que viajan a diario desde Sabana de Parra y luego de la pandemia por covid pensaron en la carpintería. Trabajan con pino y samán, en obra limpia y rústica para abaratar costos, en los modelos de pizarra, mesa banco plegable y juegos para decoración. Son piezas que van desde 5 a $25, pero en un día pueden generar cinco ventas y a veces deben esperar hasta dos días para volver a vender varias piezas.
La carpintería no es alivio, cuando Judith Riera lamenta que el negocio quedó sólo familiar con ella, su esposo y un sobrino, porque ya los encargos son esporádicos y les cuesta vender el comedor con 4 banquitos en $50.