Rojas/González | LA PRENSA.- Sentados mirando fijamente a sus familiares y con potes de agua frente a ellos estaban ayer los 34 detenidos que fueron trasladados de la comandancia de Pata ‘e Palo para ser recluidos en la comandancia de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) en la Aduana.
Los presos estaban sin camisa y con trapos amarrados en su frente. La mayoría exhibía cortadas en su cuerpo y es que, desde el pasado jueves, los reos iniciaron una huelga de hambre y sangre por los derechos de dos compañeros.
Aparentemente, todo inició con el traslado. Según contaron los familiares que se encontraban afuera en la Aduana, Gerardo Fuentes y Duarny Rodríguez fueron subidos con los demás presos que serían trasladados, pero al llegar estos fueron aislados por los funcionarios.
Los demás privados de libertad no entendían lo que pasaba, pero el mismo jueves en la tarde los reos se dieron cuenta que Fuentes y Rodríguez estaban tirados en un cuarto golpeados, lo que desató la ira de los privados de libertad, quienes se declararon en huelga de hambre desde ese momento.
A pesar de la determinación de los presos, los policías ni se inmutaron. 24 horas pasaron los detenidos sin probar bocado y al ver que no había respuesta por parte de los funcionarios, los reos empezaron a cortarse.
De uno en uno se fueron rasgando la piel. En la cara, en el cuello, en los brazos, en las piernas y en el pecho los privados hicieron sentir su descontento con las autoridades.
La presión de los reos surtió efecto, pues a las 4:59 de la tarde una camioneta de la PNB llegó a la comandancia con los dos reclusos aislados. Sus compañeros de celda, al verlos descender del vehículo empezaron a brincar y a gritar como monos celebrando lo que ellos consideraron un triunfo.
Pese a que los dos presos aislados retornaron con sus compañeros la huelga de hambre no se levantó. Ahora los reos quieren ser devueltos a la comandancia de Pata ‘e Palo, pues denuncian que en la Aduana las condiciones no están dadas para que ellos permanezcan encerrados allí.