Jennifer Orozco | LA PRENSA DE LARA.- «No sabía que mi hijo tenía tuberculosis. Me dijeron que sufría de hepatitis; le hicimos exámenes y contactamos a la doctora de Uribana, pero ella no me informó que mi hijo tenía tuberculosis ni que estaba grave», es el relato de Álvaro Hernández, padre de Álvaro Alberto Hernández Leiva, hombre que falleció ayer a la 1:00 de la madrugada en el Centro Penitenciario Fénix, al norte de Barquisimeto, donde estaba recluido.
Hernández tenía dos semanas con un diagnóstico de hepatitis, pero sus padres no podían ayudarlo mucho porque sus cuadros clínicos se los informaban por teléfono pues en el penal están suspendidas las visitas desde que inició la cuarentena. Narra el padre que hace 15 días pudieron pagarle los exámenes para descartar otras enfermedades y les notificaron que lo trasladarían de Uribana (David Viloria) donde llevaba 4 años recluido, hasta Fénix, al parecer para estar mejor atendido.
Pero el último contacto telefónico fue fatal. «Me llamaron preguntando por mi esposa, pero me dijeron que mi hijo estaba muerto. No entiendo cómo sucedió. Su mamá no lo veía desde antes de la cuarentena y luego tuvimos muy poca información sobre él», aseguró.
El cuerpo de Álvaro Alberto fue trasladado a la morgue del Hospital Central. El padre pidió verlo y le preguntó a los funcionarios de qué había muerto y éstos le dijeron que por tuberculosis y desnutrición. «Mi hijo antes de entrar a la cárcel pesaba 120 kilos, quedó irreconocible, demasiado delgado», enfatizó al acotar que Álvaro le decía a su mamá que en Uribana no había comida y que la estaba pasando mal.
Este reo de 32 años fue detenido a finales de 2015 luego de que, presuntamente, prestara un vehículo a unos amigos que cometieron un delito y Álvaro se fuera a Colombia. Estando en Barrancas, le notificaron que era buscado por extorsión y secuestro a un italiano y poseía una alerta de Interpol. El hombre fue detenido y extraditado, siendo de una vez recluido en Uribana. Su padre asegura que es inocente y que su único error fue confiar en sus «amigos».
«Ya habíamos apelado la sentencia y estábamos en trámites, pero cayó la cuarentena, él iba a salir libre», dijo el padre. El hombre era técnico aeronáutico y había trabajado en el aeropuerto hasta 2015.
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