viernes, 22 noviembre 2024
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Le propinan cinco plomazos dentro de un comercio

Jennifer Orozco | La Prensa.- Asesinos iban por él. Eduardo Ernesto Salcedo Hernández (28), fue asesinado dentro de un local donde colocan papel ahumado y venden aceite para carros, ayer en la carrera 17 entre calles 46 y 47.

Testigos contaron que Eduardo llegó al lugar en un Aveo azul cuatro puertas que estaba “pepita”. El chamo se guardó el teléfono celular en el bolsillo delantero de su pantalón y la cartera atrás.

En el carro quedó una mujer. Eduardo entró al local y se recostó al mostrador. En ese instante, le preguntó a la vendedora el precio por el papel ahumado para su carro, tanto de ventanas como de parabrisas.

Simultáneamente a eso, una camioneta blanca se estacionó en la calle 46 tragándose la flecha. Según cuenta testigos, de esta se bajaron dos tipos delgados que caminaron apurados hacia el local donde entró Eduardo.

La muchacha estaba atendiendo a Eduardo, cuando de repente vio cómo abrieron la puerta de vidrio del local y una mano con pistola se asomó.

La muchacha sorprendida no pudo avisarle a Eduardo. El pistolero en un segundo le propinó al hombre cinco disparos. Eduardo cayó al suelo bocarriba, frente al mostrador y justo detrás de la puerta.

El pistolero y su compinche salieron corriendo y se subieron en la 47 en la misma camioneta blanca que los había dejado. Supuestamente este vehículo se fue por toda la carrera 16 comiendo la flecha y a toda velocidad.

La vendedora comenzó a pedir ayuda. Eduardo perdió la vida en segundos. Uno de los disparos lo recibió en la cabeza.

El hombre vestía una camisa de cuadros marrón con blanco, jeans verdes, zapatos y correa marrón.

A los pocos minutos, la sangre de Eduardo comenzó a salir por debajo de la puerta del local y bajó por un escalón que tiene el negocio, hasta llegar a la acera.

Los comerciantes de la zona se asomaron al sitio y al ver la sangre salieron a ver qué había pasado. Ayudaron a la vendedora a llamar al Servicio de Emergencias 911.

Mientras todo esto pasaba, la mujer que estaba en el Aveo azul y andaba con Eduardo, supuestamente se bajó corriendo del carro y hablando por teléfono. Tomó el celular y la cartera de la víctima, volvió al carro y arrancó, perdiéndose entre los curiosos.

Cuando llegó la policía, nadie sabía la identidad del hombre. Sólo dijeron que era cliente de ese local, pues no era la primera vez que iba, pero no sabían su nombre.

Los detectives del Cicpc trasladaron el cuerpo de Eduardo hasta la morgue de Barquisimeto.

Media hora después, dos vehículos Corsa dos puertas, uno verde y otro azul, llegaron al Hospital Central de Barquisimeto. Se bajaron cuatro hombres de cada uno. Eran los amigos de Eduardo.

Ellos reconocieron al hombre en la sala patológica. Dijeron que era comerciante, compraba y vendía vehículos.

Eduardo era de Valera, estado Trujillo, pero tenía algunos meses viviendo en Los Cerrajones con su esposa. Eduardo poseía antecedentes delictivos.

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