José Sequera | LA PRENSA.- Fuentes policiales informaron que ya se tiene precisado a uno de los matones que actuó en el crimen de Candy Carol Pérez Fréitez (33) y a su esposo Yonathan José Cortez Deoy (28), quienes vivían en Guadalupe, municipio Jiménez.
En la madrugada del pasado 6 de abril, dos hombres entraron a la casa de la pareja en Guadalupe y delante de su hija adolescente de 13 años y dos niños de 3 y un año, los ejecutaron.
Informantes aseguraron que tras varias pesquisas, interrogatorios y análisis de fotografías se pudo identificar a Franyerson Fréitez, (22), alias el “Franyer”, la supuesta mano derecha del jefe de la banda de “El Mon”.
Según la fuente, Fréitez llegó de Maracaibo por distintos delitos cometidos allá y cuando llegó a Lara fijó residencia el barrio Bolívar de Quíbor, junto a su mamá y un hermano.
Se presume que “El Franyer”, estuvo acompañado por Deivis Rodríguez (24), quien se cree que fue el que apuñaló a la pareja antes de ser asesinada.
Al principio de las investigaciones de este doble homicidio, se creyó que los matones eran unos reos fugados de la comisaría de Polilara en Quíbor.
Después que ocurrió el crimen contra la pareja, ambos matones y otros delincuentes han mantenido en zozobra a la comunidad, tanto así que varias familias han tenido que desalojar sus viviendas e irse de ahí.
Es tanto el desespero, que unos vecinos llevaron una carta a las autoridades policiales de Quíbor, pidiendo a las brigadas rurales del estado apoyo para que los índices de delitos bajen.
La carta, que venía firmada por 60 personas explica que el “Mon”, el “Deivis” y el “Franyer” roban, torturan secuestran y hasta violan en Guadalupe.
Además, los vecinos afirman que los únicos que pasaban por ahí eran los de la Brigada Rural, pero como estos fueron corridos por los choros, se tuvieron que ir. Ahora ni la Guardia nacional, ni miembros del Cicpc se pasean por ahí.
Se pudo conocer que algunos habitantes de la zona, en busca de aumentar la sensación de seguridad, estaban planeando acomodar un CDI que está abandonado y convertirlo en un puesto para que la policía pueda pasar la noche con tranquilidad, sin temor a que algo les pase.