viernes, 22 noviembre 2024
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Quiboreños a merced del hampa

William Croes | LA PRENSA.- El que duerme lo despiertan y al despierto lo duermen; esa es el refrán que utilizan los quiboreños para referirse a la delincuencia desenfrenada en el municipio. Los habitantes de Jiménez están a merced de las leyes que imponen las bandas delictivas, a pesar de que allí se concentran la mayoría de los cuerpos de seguridad existentes en Venezuela (Policía regional, PNB, Cicpc, GNB).

Ayer, en la plaza Bolívar, punto de encuentro por excelencia del pueblo, las personas comentaban los cuatro asesinatos que ocurrieron el fin de semana. Desde las personas mayores, hasta los mototaxistas hablaban con mucha reserva de las muertes, pero lo hacían con zozobra porque lo menos que quieren es “comerse la luz” (traicionar leyes del hampa).

Los quiboreños de a pie confiesan que la delincuencia les ha marcado la hora con sus actos criminales. Los comerciantes son los primeros que han tomado sus previsiones. Tienen dos años que comenzaron a cerrar sus negocios antes de las 6:00 de la tarde. Pero han llegado al extremo de abrir hasta las 4:00pm, y en algunos casos puntuales de laborar hasta mediodía y bajo fuertes medidas de seguridad.

“En Quíbor los ladrones ven a los comerciantes como un telecajero, piensan que somos un punto de dinero fácil”, expresa Francisco, un comerciante quien por temor prefirió mantener bajo anonimato su apellido, porque es uno de los pocos trabajadores que no teme en hablar de las extorsiones que reciben a diario.

Jiménez ha estado marcado en el 2016 por el cobro de vacuna y la sangre. En febrero, comerciantes denunciaban que los malandros les lanzabas granadas a los establecimientos o a sus viviendas si no pagaban extorsiones. Tal acto vandálico marcó a vendedores y productores agropecuarios, quienes manejan el billete en un municipio con fuentes de ingresos bastante limitadas.

En agosto y lo que va de septiembre el registro del diario La Prensa contabiliza 20 asesinatos en el municipio. Casi uno cada dos días, una cifra alarmante para una pequeña localidad que supera los 100 mil habitantes, pero que ha estado marcada por bandas delictivas fuertemente armadas.

La manera de operar de los ladrones no ha cambiado mucho. Comienzan por averiguar el número telefónico de los comerciantes y a hacerles llamadas espontáneas. Son amenazas leves, que poco a poco van agarrando más color hasta que se materializan en hechos, al punto de que les caen a tiros a la fachada del negocio o dan parte del movimiento de sus familiares cercanos.

Lo mismo sucede con los productores agrícolas, quienes son extorsionados por las bandas pesadas del municipio, pero ahora también se ven presionados por grupos de personas que entran en cambote a sus unidades de producción a arrasar con las cosechas, insumos agrarios y hasta partes electromecánicas que venden por tres lochas para comprar comida.

Claman seguridad

El hampa también arrasa con la juventud quiboreña. En un 85% de los asesinatos que se han registrado en el municipio en lo que va de año es de personas que no superar los 35 años. Muchos aseguran que las pocas fuentes de empleo que hay en Jiménez han llevado a los jóvenes a optar por el dinero fácil “malandreando”.

Son muy pocas los quiboreños que formalizan la denuncia en los cuerpos de seguridad. Sin embargo, en una reciente actividad de la Asociación Civil Grupo Cesap, los jimenenses identificaron la inseguridad como uno de los principales problemas que hay en el municipio, y que a su vez va en detrimento de su calidad de vida.

“En las mesas de trabajo logramos incorporar a representantes de cada parroquia y a cuerpos policiales. Las personas dieron muchas propuestas que consideramos positivas en materia de seguridad y que le tenemos que dar seguimiento para ver que avances han tenido en dicha materia”, expresa América Saballo, coordinadora del Grupo Cesap.

Entre las propuestas que hacen los ciudadanos es que los cuerpos de seguridad vayan de frente contras las bandas delictivas organizadas encargadas del movimiento de la droga en el municipio. Porque pese a que han dado con las cabecillas de las mafias, aún quedan subgrupos que son igual de peligrosos.

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