William Croes | LA PRENSA.- En las mesas de las ferias de las comidas hay más personas que platos. Los altos precios en los menús ejecutivos han llevado a los padres a comprar un solo almuerzo y repartirlo entre sus familiares, aunque muchas veces esto implique el sacrificio de comer menos y casi siempre quedar fallos.
Antonia Méndez es bedel de una institución pública. Su modesto sueldo no le permite darse lujos, pero trata de que al menos una vez cada dos meses pueda comer con sus dos hijos en la calle. La señora de 43 años con el dolor de su alma hace oídos sordos a las peticiones desenfrenadas de sus hijos de ir a una franquicia de comida rápida que vende hamburguesas. Su modesto presupuesto le alcanza sólo para un plato de comida para tres.
“Pido dos tenedores adicionales y pongo el plato en la mesa”, detalla la señora, luego de haber comido un almuerzo ejecutivo a Bs. 800 en el C.C Súper Feria. La cara de sus hijos es de haber quedado satisfechos, pero en el semblante de la señora se ve que desea llegar a su casa para complementar con al menos una arepa vieja.
Alibert Cañas, un empleado de un puesto de comida casera, asevera que las personas compran uno o dos almuerzos para tres o más personas.
“Se acabó eso de que cada quien tiene su plato, ahora sólo se llevan una sola bandeja. La cosa está dura, y aunque la gente no deje de almorzar, sí come menos”.
En el caso de Antonia se aprovecha de que el menú tiene una sopa y el plato principal. Como a ninguno de sus dos hijos les gusta el consomé de pollo, ella se lo tomó con gusto, en un par de sorbos se lo devoró.
Arnaldo Molina, otro padre que compra un solo almuerzo, dice que se puede hacer porque sus dos hijos son pequeños, pero cuando crezcan ahí verá si le alcanza para comprar otro adicional.