Isabella Delgado | LA PRENSA.- La promesa de acabar con las colas hechas una y otra vez por el Gobierno nacional se materializó en Abasto Bicentenario. A las afueras del único hipermercado de la red estatal habilitado para vender productos regulados al público no hay largas colas desde hace seis días. Pero el aspecto vacío que se ve en las aceras adyacentes al comercio se replica en el interior del comercio, donde no hay comida.
“Se acabaron las colas porque nadie se va a calar amanecer para no comprar nada. La gente prefiere irse para Garzón u otros comercios donde si hay comida”, destacó María Gutiérrez, una compradora habitual de Bicentenario, quien aseguró que la escasez se pronunció en el abasto hace dos semanas. “Si antes sacaba poquita comida, ahora están al mínimo. A veces sacan harina o arroz, pero muy poco”.
Se pudo constatar que más de tres pasillos de estanterías están completamente vacíos, al igual que las neveras. Cuatro pasillos y medio están llenos de productos de limpieza, cuyos precios oscilan entre 428 y mil 071 bolívares. En el resto del área central se ve espuma para afeitar, bebidas achocolatadas, jugos, carbón, sal, papa, cebollas y pasta de tomate.
En el caso del área del bodegón, solo hay vinagre, queso untable, jamón endiablado, cereal integral, pepitonas, sardinas y cepillos de diente. Este martes 09 de agosto a las afueras del Centro Comercial Babilón, donde se ubica el abasto, había un cartel que indicaba que lo único que iban a vender en el día era espuma de afeitar. Los compradores que entraron, pese al anuncio de la noventa de comida regulada, se encontraron que por un lapso de 45 minutos aproximadamente vendieron harina y arroz.
“Eso lo están haciendo desde el jueves. Sacan el cartelito que dice que no hay pañales y que sólo hay 3 mil unidades de espuma. La gente que madruga se va para otro lado a ver qué compra. Y después luego de las 8:00 de la mañana, a veces, sacan algunos kilitos de algo graneaditos”, cuenta un hombre que trabaja en la zona, pero que prefirió no revelar su nombre.
Los compradores consultados aseguraron con decepción que cada vez se les hace más difícil conseguir alimentos. “Cada vez se cierra más el cerco. Ya uno no encuentra qué hacer”, dijo desesperada María López, luego de salir con las manos vacías del abasto.