Por cultura, diciembre es el mes más alegre y esperado del año para los venezolanos, y es cuando las compras compulsivas se disparan. Es un período muy emocional, movido por la añoranza de la abundancia que había en las navidades del pasado, y por la presión de tener que gastar para cumplir con las celebraciones que imponen los estándares sociales.
Por eso, tanto economistas como psicólogos recomiendan que las familias tengan un presupuesto financiero riguroso con un control de gastos, para evitar gastos excesivos, el aumento de las deudas y tener estrés. Considerando que Venezuela este año registra alta inflación, un aumento del tipo de cambio, hay dificultad para adquirir divisas en el mercado y una devaluación del bolívar frente al dólar, que hasta noviembre se ubicó en 78,8%.
Fabián Campos, economista y gerente de Escenarios de Datanálisis, indicó que en los últimos tres meses el comportamiento del consumidor venezolano se ha centrado en anticipar gastos, debido a que la mayoría de las empresas adelantaron los pagos de aguinaldos, pasivos laborales o bonificaciones, y lo hicieron principalmente en bolívares. Eso hizo que algunas personas compraran antes productos para hacer hallacas, adquirir pernil o incluso hasta el alcohol que consumirán el 24 de diciembre o en fin de año.


«El venezolano está acostumbrado a pasarla bien, y sobre todo cuando ha tenido un año en el que ha disminuido su capacidad de compra, con una inflación que se come la plata. Ese consumidor suele tener elementos de gratificación, y en ese sentido tiende a gastar un poco más en diciembre», mencionó.
Pero recalcó que quizás estas celebraciones, que suelen incluir regalos de amigo secreto o Niño Jesús, sean menos ostentosas que en años anteriores, porque lo que registra Datanálisis es que el consumidor promedio en el país tiende a hacer compras diarias porque no percibe ingresos muy holgados y además suele visitar varios establecimientos y recorrer kilómetros para conseguir un producto que tenga el precio más accesible.


Choque con la realidad
Sugehy Arambarrio, psicóloga en mención clínica y especialista en higiene mental, asegura que apenas inicia diciembre, muchas personas caen en «estrés financiero», que es una respuesta física y emocional del organismo cuando se necesita una solución. «Ese estímulo es más grande que los recursos económicos que tenemos para solucionar», comentó. Sostiene que culturalmente la navidad está asociada con gastar. Es la época de la «felicidad obligatoria y la perfección», y eso provoca mucho estrés y ansiedad.
«Las personas mayores sienten nostalgia porque extrañan esas navidades pasadas de abundancia, y eso produce preocupación…Las compras compulsivas actúan como un mecanismo de afrontamiento, es un catalizador del estrés, en el caso de los venezolanos la presión es por la navidad y la realidad económica. Además es un mes de bombardeo publicitario intenso asociado al valor monetario del regalo. Existe una necesidad de demostrar afecto y estatus a través del gasto, o también de evitar el sentimiento de culpa si no se compran regalos para nuestros hijos», opinó.
La sociedad suele caer en el gasto desmedido en busca de gratificación instantánea, porque el acto de dar o recibir un regalo libera dopamina, sentimiento de placer, ya que cumplen con las expectativas familiares, sociales y laborales en navidad.


«Esta recompensa instantánea de hacer compras se convierte en un medio rápido para sentirte bien y aliviar temporalmente las emociones desagradables, como el sentimiento de carencia que tienen las familias, pero es algo temporal», resaltó.
Un síntoma de que una persona tiene estrés financiero es que compra regalos más caros de lo que puede pagar y en la gran mayoría de los casos son artículos innecesarios.
Explica que no está en las manos de las personas poder controlar las variables macroeconómicas de un país, como la inflación, el tipo de cambio, la devaluación, pero lo que sí depende de cada individuo es que puede tener el control de maximizar los recursos financieros con los que cuenta, gestionando su respuesta emocional.
«Porque la calidad de vida se define menos por la cantidad de dinero que tenemos, y más por las decisiones y la paz que deseamos alcanzar. Para eso es importante aceptar el estrés, reconocer que no es nuestra culpa la situación socioeconómica, y que podemos cuestionar la forma automática en que la sociedad concibe la navidad, porque debe haber coherencia emocional, evitar las comparaciones, cuando financieramente no podemos afrontarla», comunicó la psicóloga Sugehy Arambarrio.
El economista, Fabián Campos, reitera que la planificación financiera en estas fechas es muy importante, tener un control de ingresos y gastos, y sobre todo los consumidores deben tener especial cuidado con los «gastos hormigas», que son desembolsos de dinero pequeños, innecesarios, pero frecuentes, que sumados al mes afectan de manera significativa el presupuesto familiar.


Disciplina y control de gastos
La economista Marisela Cuevas Sarmiento, especialista en neuroeconomía, recomienda a las personas que viven de un salario que no gasten sus prestaciones sociales en esta época. «Porque las prestaciones representan un colchón de protección financiera. En el momento en que el trabajador reciba el pago debería ahorrar el 40% en divisa extranjera, o invertirlas en un curso que aumente el valor profesional», expresó.
Sostiene que las familias deben tener un presupuesto «antideuda», que implica tener muy claro cuáles son los gastos fijos, como alimentos, medicinas, transporte, alquiler, educación, servicios, mejoras del hogar y cuáles son los gastos por gusto que son evitables.
«Al momento de salir a comprar en navidad, una norma puede ser no comprar algo que no puedan pagar en 30 días sin tocar las reservas. Evitar el financiamiento informal sin respaldo, o los pagos a plazos que ofrecen algunos comercios a través de aplicaciones móviles. Tratar de comprar todo de contado. También se debe crear un fondo de emergencia pequeño que puede comenzar con una meta modesta de cinco dólares al mes, que a largo plazo puede ser una buena inversión en dólares», comunicó.
Alega que en un país con alta inflación se debe dejar de pensar en bolívares y planificar el presupuesto, pensando en dólares o moneda dura.
Por su parte, Miguel Rojas, presidente del Colegio de Economistas del estado Lara, sostiene que las personas deben pensar en los gastos de diciembre, pero sin olvidar los compromisos fijos del mes de enero. Considera que se deben anticipar las compras de alimentos no perecederos, tratamiento médico y no tocar el dinero del alquiler de la vivienda del primer mes del año.
«La gente tiene que tener un presupuesto para cada cosa. Por ejemplo, si antes hacían 100 hallacas, una manera de estirar el dinero en diciembre es hacer sólo las necesarias para la cena de Nochebuena y Año Nuevo. O evaluar si les sale más barato comprarlas hechas, porque si bien el tema de compartir en familia no tiene precio, estamos en tiempos económicos difíciles, y hacer la cena navideña implica gastar más gas y más horas de trabajo», opinó.
En cuanto a los regalos de navidad, Rojas sugiere que sólo se deben dar los necesarios y sin excederse en los precios. «En esta época las personas tienen la costumbre de meterse en el amigo secreto del trabajo, el gimnasio, la familia, la iglesia, y se terminan endeudando, hay que darle regalos sólo a quienes sean verdaderamente importantes para nosotros y obsequios que sean de utilidad», acotó.


Estrategias de ventas
Las proyecciones económicas que ha hecho Datanálisis para el año 2026, es que el país podría registrar una inflación anualizada de tres dígitos y seguirá la devaluación del bolívar; por lo tanto, el próximo año se perfila retador para consumidores, empresarios y emprendedores.
Considera que una de las primeras medidas que deben tomar los comercios en diciembre es evitar invertir en exceso de inventario, que en enero pueda tener salida lenta. «Con todas las distorsiones cambiarias en Venezuela, con esa carrera frenética por la liquidez que tienen las empresas, no es conveniente soltar liquidez en grandes niveles de stock de inventario», así lo mencionó Fabián Campos, economista.
Comenta que busca persuadir sobre la necesidad de la inversión inteligente. Según la Encuesta Multisectorial Empresarial de Datanálisis, este año las empresas ganadoras fueron aquellas que aumentaron su productividad y ventas, porque aplicaron estrategias exitosas.
«Aquellas empresas en donde se investiga el mercado, se planifica estratégicamente como herramienta de alineación del equipo de trabajo, que participan en gremios y cámaras empresariales para articular intereses, y hacer networking, son las que tuvieron un crecimiento este año», agregó.
Marisela Cuevas apunta que las organizaciones que se enfocan en estudiar los cambios emocionales del cliente en esta época, y en mejorar su experiencia de compra, pueden justificar mejor los ajustes que hacen a sus precios ante la inflación.


El reto es llegar a enero sin percepción de escasez
La psicóloga, Sugehy Arambarrio, argumenta que en esta época de celebración la gente se olvida que enero está a la vuelta de la esquina y que se caracteriza por ser un mes lento económicamente, de menos ingresos, y si se llega con pagos pendientes o deudas el año va a comenzar con percepción de escasez.
«Las emociones que experimentan las personas cuando llegan a enero endeudados son: la ansiedad, preocupación constante, irritabilidad, cambios de humor, dificultad para concentrarse, dolor estomacal, dolor de cabeza, musculares, cambio del apetito, porque las personas pueden somatizar las emociones por no tener plata», exclamó.
Para enfrentar el «estrés financiero», que es el fenómeno que le puede dar a las personas en esta temporada, se debe resignificar el valor de la navidad.
«Hay que tener un vínculo con el dinero que sea funcional; es decir, que los regalos sean más de experiencia, de tiempo de calidad, de enseñar una habilidad, apoyar a los demás, priorizar el compartir, que los regalos puedan ser hechos a mano, sean más creativos, se demuestre el amor, la dedicación. Esto reduce la presión social de la comparación y la culpa por no tener los suficientes recursos económicos, más cuando sabemos que nuestro esfuerzo está allí implementado y eso nos libera de esa necesidad de gastar para demostrar cariño o agradar, porque ese es el principal motor de las compras compulsivas», sugirió.


