Una poderosa ráfaga de energía solar impactó la magnetosfera terrestre, generando un espectáculo de auroras boreales que se pudieron observar en locaciones de Estados Unidos mucho más al sur de sus latitudes habituales, sorprendiendo a observadores en el norte de Florida, Texas, Alabama y Georgia.
Miles de aficionados y meteorólogos lograron capturar imágenes y vídeos de las brillantes cortinas luminosas de tonos verdes, rojos y púrpuras que destellaron en el cielo nocturno. Este evento excepcional se produjo luego de que el Centro de Predicción del Clima Espacial emitiera una alerta por una tormenta geomagnética clasificada como G4, un nivel considerado severo en la escala de cinco grados.


¿Cómo se generan las auroras boreales?
Este fenómeno celeste estuvo directamente vinculado a varias eyecciones de masa coronal (CME), que son grandes liberaciones de plasma y campo magnético desde un grupo activo de manchas solares. Al alcanzar la Tierra, la interacción de estas partículas cargadas con la atmósfera desencadenó la formación de las auroras.
Las colisiones entre las partículas del viento solar y los distintos componentes de la atmósfera terrestre es lo que le da esos colores vividos a la aurora. El tono verde, que es el más común, es el resultado de la exaltación de los átomos de oxígeno a una altitud aproximada de 100 km. Por su parte, el rojo también es emitido por el oxígeno, pero ocurre a mayores alturas, entre 200 y 300 km, donde el aire es menos denso. Las interacciones con moléculas de nitrógeno en las capas inferiores (entre 60 y 90 km) generaron los tonos violetas o rosados.


Además de la belleza visual, una tormenta geomagnética de esta intensidad conlleva potenciales riesgos tecnológicos. Expertos han señalado que eventos de esta magnitud pueden generar interrupciones temporales en sistemas de comunicación por satélite y radio, causar errores en la navegación GPS, y afectar el control de voltaje en las redes eléctricas.
Es por ello que el Centro de Predicción del Clima Espacial emitió una alerta por la llegada de las CME, instando a los operadores de infraestructuras críticas a implementar medidas de vigilancia y mitigación. Agencias meteorológicas locales, como el NWS de Nashville, animaron a los ciudadanos a observar el cielo, pero al mismo tiempo mantuvieron las advertencias sobre las posibles interferencias tecnológicas.


