Una cadena de amor nació en el oeste de Barquisimeto, en la calle 52 con carrera 19, donde conviven al menos 30 gatos, entre los ruidos de los carros y el calor del asfalto. Su historia, marcada por el abandono, comenzó a cambiar hace un año cuando tres vecinos de la comunidad se convirtieron en sus ángeles guardianes. Gracias a su labor, estos felinos reciben el alimento y el cuidado que necesitan.
Pedro Dorante, habitante del sector, tiene 69 años, edad que no ha sido impedimento para ayudar a los animales. Hace 12 meses, junto con dos vecinas, decidieron limpiar un pedazo de acera y acondicionarlo para alimentar a los gatos callejeros.
El dolor de ver cómo los gatos eran dejados solos en las calles y atropellados por vehículos, motivó a estas tres personas a buscar una alternativa para salvar sus vidas.
Lo que empezó con cinco gatos se convirtió en una manada de 60, que poco a poco se ha ido reduciendo porque algunos han sido adoptados y otros han muerto por envenenamiento en otras zonas. La labor protectora continúa, silenciosa, de los tres cuidadores que convirtieron el sector en un refugio. El señor Pedro cuenta que hay al menos 30 gatos.


Vecinos hacen la estadía gatuna lo más grata posible
Aunque no es un refugio adecuado para los gatos, los cuidadores tratan de hacer que su estadía sea la mejor posible. A las 7:00 de la mañana salen a darles sus alimentos, principalmente gatarina (alimento concentrado para gatos), y les colocan agua en envases plásticos.
Pedro, a quien se le dibuja una sonrisa cuando habla de lo que hacen, dijo que los gatos comen dos veces al día, porque en la tarde él está pendiente de darle más gatarina.
Cada día, sin importar si hay sol o lluvia, ellos llegan con comida y revisan que los animales estén bien. Incluso con ayuda de otros vecinos y veterinarios voluntarios han logrado esterilizarlos para evitar la reproducción descontrolada.
La acera ahora luce pintada y limpia. En la cerca perimetral de la zona, los vecinos colocaron un cartel escrito a mano: «conductores, antes de prender el vehículo verifiquen que no haya gatos debajo. Eviten las muertes. Respeto a los animales sintientes».


No residentes colaboran con la causa
El señor Pedro contó que las otras dos personas que lo ayudan con los gatos no residen en la zona, pero sí recorren el sector todos los días para ayudar a los gatos.
«Los gatos son creación de Dios y debemos amarlos como lo hacemos con los seres humanos», dijo Dorante, mientras observaba a los gatos.
Aunque siempre están tres personas al pendiente, algunos ciudadanos que saben del refugio improvisado han visitado la zona y les llevan alimentos, como arroz y pollo.
«Esto siempre se mantiene limpio y los gatos se la pasan todos los días allí, ya lo tienen como su casa», comentó Ana Fernández, habitante de la zona.


Abandonados en la zona
Los vecinos contaron que algunas personas «sin corazón» dejan a los gatos pequeños en la carrera 19 para que sean cuidados.
«Los tiran en esta zona porque saben que nosotros los atendemos, pero queremos hacer un llamado a que no lo hagan porque a nuestros animales los tenemos esterilizados y algunos hasta tratamiento le hemos dado», comentó el señor Pedro.
Algunos han sido llevados a jornadas de veterinarios, como las de la Misión Nevado, para castración o esterilización.
No hay una organización ni financiamiento detrás, sólo el amor por los animales que nació en la calle porque la compasión transforma corazones.


