jueves, 21 noviembre 2024
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Traer al mundo una vida es un verdadero parto en Venezuela

Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- Esa alegría por traer una vida al mundo puede transformarse en angustia y desesperación, cuando la parturienta termina complicada por las precarias condiciones en el área de maternidad del Hospital Central Antonio María Pineda. El retraso en la atención oportuna es la principal causa y se desencadena por la falta de insumos que obliga a pedir a los familiares, quienes pueden tardar en conseguirlos por tratarse de hasta $70. También influyen esas guardias con un solo doctor en ingreso y además de esa mayoría de veces con un solo pabellón disponible, cuando podría tratarse de hasta dos horas de trabajo. La espera es interminable y esa prioridad para emergencias termina dejando otros casos transformados en complicaciones y poniendo en riesgo la vida de la madre o hijo. Incluso se contabilizan casos de muertes maternas que, según datos de LA PRENSA, acumula cuatro víctimas en 15 días.

No debería tocar escoger entre las posibilidades de salvación, cuando desde el ingreso a la emergencia obstetricia las esperanzas están centradas por la vida. Una contradicción signada por la sombra de la muerte, la contaminación acechante por las fallas en la sepsis de las áreas y que en algunos casos termina de enmendar en casos extremos que sentencian a mujeres jóvenes a una vida sin reproducción, cuando una histerectomía es la única opción sin importar que pueda tratarse de una primeriza veinteañera.

Desde adentro se siente a un personal de manos atadas, que puede escapársele tanto de las manos por las limitaciones de las condiciones en el principal centro asistencial de Barquisimeto. Una fuente interna y con temor de ser identificada, lo vive en sus guardias, lamentando esa falta de materiales, quirófanos operativos y de personal, que empieza desde el médico, enfermeras y hasta camareras. Todos son necesarios en ese trabajo en equipo que permite evitar ese retardo en atención y las inevitables complicaciones.

Confirma que antes funcionaban cuatro quirófanos para esta área y «era mucho lo que se podía resolver». Pero luego sólo disponían de dos pabellones, y por lo general en varias ocasiones terminan en uno solo. Todo porque al otro poco le sirve la máquina de anestesia, hay un solo electrocauterio y una sola aspiración. «Siempre se termina, prácticamente con un solo quirófano», dice en tono de resignación.

¿Pero cuáles son las consecuencias?, eso se traduce en un peligroso atraso, considerando un tiempo promedio de unas dos horas durante una cesárea, que allí incluye el período de anestesia y hasta limpieza del pabellón. La realidad afuera suele transformarse y algunos de esos casos que venían en su tiempo prudencial pasaron a otras emergencias y considerando el perfil de la paciente, que inclusive abarca a madres adolescentes. Las hemorragias suelen ser las más recurrentes y van restando fuerzas, esas condiciones de una paciente cuyos valores pueden empezar por descompensarse. «Las cosas se escapan de las manos, dadas las condiciones», señala esa fuente interna del hospital, cuando podrían dejar esperando hasta más de cuatro horas a una embarazada.

Las cifras siguen siendo el gran misterio ante una directiva que no suministra información y hay casos de familiares que han tenido que resignarse, retirando a la paciente desde la morgue del hospital. La respuesta es genérica, de una complicación de última hora y sin mayores detalles.

Es una coyuntura que puede iniciar cuando la misma paciente se percata que emergencia obstétrica es recibida por un solo doctor y ese mismo especialista es quien debe realizar todo ese protocolo de ingreso. Además de tener la gran responsabilidad de escoger entre las prioridades. Se cuenta fácil, pero en la praxis eso se traduce en tiempo. Un lapso tan valioso tanto para esa recién emergencia, como para aquellas que esperan ir a la Sala de Partos en orden de llegada. Un solo médico no se da abasto para la admisión y muchas veces hasta se encuentra sin enfermera ni camillera.

Le corresponde examinar a la paciente, realizar su ingreso, que implica realizar la historia y eso puede tardarse porque se tratan de muchos detalles. Además de hacerle la vía y para rematar hasta subir a la paciente a Sala de Partos. Todo un proceso que no puede ser atropellado, aún sabiendo ese riesgo de condenar a las siguientes parturientas.

A ese punto, Elda Jiménez, presidenta del Colegio de Enfermeras de Lara, confirma la importancia de contar con todo el personal necesario. Ilustra que solamente para el área de pabellones se estaría hablando de un anestesiólogo, dos cirujanos, un instrumentista, un circulante, dos enfermeras y una tercera para recibir al bebé, que se encarga de la adecuada limpieza de la criatura. Así lo recalca por quirófano, considerando que solamente uno de estos debería ser dispuesto para las emergencias.

Un ambiente tan complejo que ratifica esa tardanza en la procura de los insumos y hasta material quirúrgico, con listas largas que incluyen hasta anticoagulantes. Se ignora que hasta ese determinado tipo de sutura puede ser el inconveniente para los familiares, quienes deben correr de cacería entre farmacias y además de sacar las cuentas de ese presupuesto que poco alcanza para conseguir algo tan sencillo, como la sutura y que debería estar disponible en el centro asistencial.

Tal condicionante conlleva a una espera, en la que cambia en negativo la evolución de la paciente. Si no se trae de inmediato, así como la atención sea inmediata, el cuadro clínico cambia desfavorablemente y puede desencadenarse hasta por no tener sutura.

Para Jiménez, son tantos riesgos cuyas raíces pueden tener como detonante las deficiencias en el suministro del tratamiento. Todo bajo un diagnóstico tan variable, diferido por casos de embarazos no controlados y hasta terminar en esa última palabra de la histerectomía frente a esa tabla de salvación, debido a una complicación severa. El sangrado es tan inevitable y puede causar estragos, teniendo la urgencia de salvar al bebé, así como a la madre. Son dos vidas que pueden quedar en el vilo y al extremo, llevar a decidir por alguna de ellas.

Hace un apartado, ese peso de aquellas pacientes que son referidas en casos extremos. Una situación usual con algunos casos remitidos desde centros asistenciales de Acarigua, quienes pueden llegar tan delicadas y casi al borde de la muerte. Cosa que ni siquiera ocurre con las embarazadas que son ingresadas de municipios foráneos de Lara, quienes ya han sido atendidas previamente y no están tan condicionadas al estado crítico.

Duele profundo

El domingo 5 de septiembre de 2021, es una fecha inolvidable para Raquel Castro. Ese día llegó con dolores y al poco tiempo empezó a botar líquido amniótico. Era la angustia por su debut como madre primeriza y que terminó de nublarse, al darse cuenta que en esa guardia se encontraban sólo con una doctora. Su bebé murió y ella lamenta que se debió a ese retraso de ser atendida, aún cuando llegó a la 1:00 pm y sólo hasta la noche es que es recibida por especialistas.

«Mi niño llegó vivo», susurra porque su voz se quiebra de tanto dolor e impotencia, ya que la única respuesta era que estaba muerto debido a una preeclampsia severa. «Llegó un momento que me desmayé en plena emergencia. Estaba sudando y sudando. Sólo me dijo: Póngase el dedo en la nariz para que no se desmaye», se quejó y dudó que esa doctora fuese una especialista o tal vez sería una médico residente.

Esta mujer, de 34 años, admite que realmente tenía problemas con la tensión arterial y que la misma fue controlada con su médico tratante. Denuncia que se desangró y que esa área estaba muy sucia, con líquidos y sangre, al punto que parecía que ni le echaban un balde de agua. Llora la muerte de su bebé y está consciente que no le devolverán a su hijo, por lo que sólo se conforma que la denuncia sea de conocimiento público.

Otra sutura

LA PRENSA buscaba testimonios y justamente se consigue con Daivis Linárez, sentada al borde de la acera, mientras su padre llevaba a su bebé en sus brazos. Estaba feliz de poder dejar el hospital, luego de estar dos semanas recluida debido a una infección en la zona de la sutura de la cesárea.

Ella ingresa el 22 de agosto de 2021. No tuvo contratiempos en quirófano y su varoncito estaba en buenas condiciones de salud. «Todo se complicó por una infección y hasta me descompensé», recuerda de esos primeros tres días con antibióticos, pero que no estuvo completo. Su herida empezó a molestarle al extremo y un día lunes tuvieron que devolverla nuevamente a pabellón.

Sus familiares señalaban que hubo una confusión en ese tratamiento y casi termina de contaminarse por completo, tal como le sucedió a una compañera de sala.

Hasta complica la garantía de limpieza

Una verdad que no se puede ocultar es la limitación con la limpieza del área de Sala de Parto, con quirófanos que ameritan de una desinfección extrema, sin contar con el personal de camareras ni los implementos.

La advertencia es realizada por Elda Jiménez, titular de Colegio de Enfermeras, quien destaca que se trata de áreas que necesitan una limpieza profunda ante la excesiva secreción de líquidos, sangre y demás residuos quirúrgicos. De allí, la pertinencia de una debida desinfección que no se remueve simplemente con un poquito de agua, jabón o cloro.

Las infecciones pueden estar a la orden del día entre una contaminación que puede ser interna o en la herida, por la sutura.

Contexto que no escapa de ese déficit de personal, donde también se incluyen a las camareras. Termina en episodios tan limitados, que hasta hay ocasiones en que piden la colaboración a familiares de las pacientes, quienes deben llevar jabón, cloro y de ser posible hasta botellón de agua.

Intención, pero sin las condiciones

Al ver la realidad interna, el primer culpable resulta el especialista, pero se ignora que ellos terminan siendo víctimas de un sistema público de salud deteriorado y cuyas limitaciones, hasta terminan frustrando ese esfuerzo y empeño de ese personal sanitario que aún se sostiene desde la mística y pasión por su trabajo.

«Uno está ahí para trabajar, no para dañar a nadie y mucho menos agredir ni que se muera una paciente o su bebé», exclama la fuente interna, al lamentar tantos hechos y que los familiares les señalan directamente como culpables.

Pero nadie se sienta a pensar esa diatriba entre «si tengo el material, pero tengo el quirófano sucio y una sola camarera para Sala de Partos (que es la situación actual). Hay que esperar». Se resigna de ese retardo inevitable, al punto de esperar a que se desocupe la única camarera.

 

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