Preparar y educar con visión de futuro es indispensable en personas con síndrome de Down, demostrando que pueden ser maduros e independientes en la vida. Tal como lo pensaron los padres de Moisés, quien siendo hijo único superó la muerte de su papá durante la pandemia por covid-19 y hace dos años presencia la pérdida de su mamá al ser arrollada. Sufrió el duelo y viviendo con su tía, aprovechó sus oportunidades para impartir clases de artes marciales y de música. A sus 44 años de edad, es un hombre con seguridad y trabaja en lo que le apasiona.
Tal testimonio es sólo una referencia del potencial que pueden desarrollar las personas que nacen con síndrome de down, debido a un cromosoma extra y que en su mayoría no tiene compromisos cognitivos. Jóvenes que con el debido apoyo familiar, respaldo del sistema educativo regular y la sensibilidad de la sociedad pueden dedicarse a un oficio, a la expresión artística, principalmente la música y artes plásticas, a disciplinas deportivas, modelaje y a la profesionalización. Así coinciden pediatras con experiencia en neurodiversidad, especialistas de la Asociación Larense para el Síndrome de Down (Alasid) y de la Fundación Madres Trisomía 21 en Barquisimeto.

La doctora Angélica Torres, presidenta de la Fundación «Sólo Faltas Tú», reitera que las personas con sindrome de down pueden desempeñarse en el campo laboral en función de sus potenciales y de sus oportunidades individuales, las cuales dependen del tipo de condición, por su compromiso cognitivo y del apoyo recibido, empezando por los padres con el acompañamiento, las posibilidades de formarse en un plantel regular, y la comprensión y empatía de la gente.
Habla de un sistema educativo más allá de aprender a leer y escribir, con la inclusión y debida capacitación con sensibilidad de todo el personal, así como de los estudiantes. Saber adaptarse a las diferencias y acoplarse a los ritmos del aprendizaje. «No se trata sólo de recibir a los niños, sino de ajustarse a ellos, determinar su potencial y saber orientarlos para evitar causarle frustración», indica Torres, rechazando los prejuicios por sus rasgos físicos y algunos casos por desconocimiento médico, sin aplicar el diagnóstico prenatal o falta de terapias tempranas por omisión de los padres.

Fátima de Fernández, presidenta de Alasid, confirma que atienden a 147 niños, jóvenes y adultos, quienes demuestran que el sindrome de down no se trata de una discapacidad y sólo necesitan tener los conocimientos, modales, así como la seguridad para asegurar una verdadera convivencia y desarrollo laboral. «Ellos son muy organizados, aprenden fácil y suelen concentrarse tanto que se destacan por cumplir patrones de las tareas asignadas», señala acerca de la productividad, conociendo de tres jóvenes que trabajan en centros asistenciales privados y otros en negocios familiares.
Acptación del sindrome de down es la clave
Todo empieza a funcionar bien cuando los padres están conscientes que el hijo debe desprenderse. «Siempre apostamos a jóvenes independientes, que puede empezar en actos tan sensibles, como vestirse y saber combinarse la ropa», dice y destaca que sus ambientes de enseñanza parten del sentido de pertenencia, orden y disciplina. Ellos son muy visuales y fácilmente realizan exposiciones, pintan, algunos son bailadores de joropo, tamunangue y burriquitas en la escuela, así como se destacan en la ejecución de cuatro, flauta y otros instrumentos.
«La limitante se la pones tú y la sociedad», indica Emilia Querales, presidenta de Madres Trisomía 21, de quienes pueden destacarse como profesionales y de allí la importancia de buscar apoyo de fundaciones con pediatras, psicólogos, psicopedagogos y terapeutas. La mayoría de sus 55 niños estudian en escuelas regulares y siempre imparten talleres de sensibilidad al personal, así como a los alumnos.

Se refiere a la necesidad de ver la diversidad como normal y así asegurar la inclusión de los niños y jóvenes con esta condición. Personas de afectos sinceros, nobleza y con toda la disposición de ofrecer su potencial desde cualquier área.