William Croes | LA PRENSA.- La crisis ha mermado las ventas de comida rápida en las calles. En estos tiempos de vacas flacas los comerciantes se han visto en la necesidad de apelar a la creatividad de armar combos que sean atractivos para la clientela que ahora se inclina más en cantidad y precios y deja relegada a un segundo plano la calidad que siempre tiene un costo mayor.
Para comerse una bala fría en la calle hay que tener más de mil bolívares, casi dos días de sueldo de un salario mínimo. Es tanta plata que ahora las personas se han vuelto más selectivas, no se van a la primera, y buscan un comercio que les ofrezca algo diferente que se convierta en su primera opción para darse un gusto.
Por el centro de la ciudad hay infinidad de opciones. Pero lo que más buscan las personas son los combos. El 2×1 es aún lo que sigue mandando en el mercado gastronómico de la calle, porque de un combito de estos pueden comer dos personas y aguantar la pela.
“Tengo dos hamburguesas por mil bolívares, esa es la opción que más buscan mis clientes”, expresa Jorge Galíndez, quien tiene su carrito de comida desde hace cinco años por los lados de la carrera 18.
Galíndez, como muchos comerciantes que se dedican a la venta de comida, ha sabido torear los tiempos difíciles. Estos combos en los que también incluye un vaso pequeño de refresco representan más del 70% de sus ventas, porque van familias de tres y cuatro personas y resuelven un almuerzo callejero por menos de cuatro mil bolívares.
Con estos combos los comerciantes lo que hacen es elevar la cantidad de ventas y disminuir el margen de ganancia. Con el volumen de pedidos alto se mantiene un buen movimiento de los vegetales y otros ingredientes que no se terminan pudriendo como les suele suceder a quienes venden comida a precios elevados.
Por el centro de la ciudad y en el oeste se consiguen las balas frías más económicas. Pueden comer dos pasteles y un guarapo de parchita por mil bolívares o dos perro calientes y un refresco por mil bolos.