lunes, 25 noviembre 2024
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Gastos por insumos superan los 200$ y hacen crecer la desesperación en el Hospital Central

Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- Uno va a paso lento en muletas, otro señ;or que lleva cargada a una chica con yeso en una de sus piernas y el desespero de una madre que va corriendo, mientras su hija con solución intravenosa es llevada en mototaxis a realizarse un examen a un centro privado. Son algunas muestras de desesperación que se aprecian a las afueras del Hospital Central Antonio María Pineda, con familiares y pacientes que viven un calvario entre gastos por insumos que superan los $200 y que pueden ser más altos, de acuerdo a los estudios especializados, además de los esfuerzos para pagar traslados y otros gastos durante la hospitalización.

Así palpita la realidad en el sector público de salud y se generaliza en la mayoría de centros asistenciales, tal como lo señ;aló Douglas León Natera, presidente de la Federación Venezolana de Médicos (FVM), al afirmar que «el 98% de los hospitales está virtualmente cerrado», así como lo refleja el reciente informe de la Encuesta Nacional de Hospitales (ENH) en 301 centros asistenciales. Es el reflejo de la poca capacidad de respuestas sin la garantía asistencial en los servicios ni posibilidades de asegurar los insumos o equipos de diagnósticos. La sentencia de buscar los recursos para la intervención a tiempo o evitar complicaciones de alguna patología.

Cuando el doctor, Ruy Medina, exdirector regional de Salud, menciona las condiciones del principal hospital universitario en centroccidente, lamenta las carencias que experimentan los pacientes con la falta de especialistas en reumatología, dermatología, cardiología, entre otros, que limitan la atención inmediata y los pacientes deben esperar varios meses por una cita, recurrir a la atención privada o resignarse a que la enfermedad siga avanzando.

Señ;ala que es una deficiencia que se traslada a la falta de equipos para el diagnóstico generando una dificultad en la realización de exámenes ante laboratorios que no cubren con todos los exámenes, deficiencias en radiología y gastan hasta $40 en los insumos para un yeso por traumatología.

Necesidad latente

La Prensa intentó buscar la versión de Javier Cabrera, autoridad regional de Salud, acerca de las inversiones y las condiciones de los centros asistenciales, pero aún no ha sido posible. Mientras tanto, se palpa la angustia y desesperación en diversos casos atendidos en el principal centro asistencial. Rostros marcados por el cansancio, una lista de medicamentos o insumos que puede superar los $200, llamando a la colaboración familiar. Algunos pierden la cuenta de cuánto se ha gastado, pero «mueven cielo y tierra», al punto de empeñ;ar electrodomésticos, rematar algún bien o llegar al extremo de vender animales de corral.

El paso de Ángelo Colmenárez es con mucha dificultad a su salida del Hospital Central, se apoya de la muleta y se detiene varias veces, sosteniéndose del hombro de su esposa Evelín Delgado. Transcurren varios minutos y apenas van atravesando unos pocos metros hacia la salida cercana al Hospital Pediátrico Dr. Agustín Zubillaga. Se vuelve a detener y explica que viene del control porque hace 15 días fue intervenido por la fractura de su tobillo izquierdo.

La placa que debe repetirse —y que no cuenta con los $17— muestra los dos tornillos que le sellaron esa articulación. «Tuvimos que parir la plata porque sólo los tornillos costaron $150 y la férula en $80. No teníamos para emergencia», lamenta y señ;ala que además gastaron más de $200 entre insumos, por lo que tuvieron que vender sus dos televisores y el juego de muebles.

Su esposa comenta las dificultades que empiezan desde los traslados porque están residenciados en Tamaca, una parroquia ubicada a 17 kilómetros del centro de Barquisimeto. Ni siquiera cuentan con carro particular o de un familiar cercano. De hecho, no tienen los $15 para pagar la «carrerita» y sólo les alcanza para $6, para cancelar todos los puestos de un rapidito. Él es el único ingreso en el hogar, pero ahora apenas perciben el 30% del sueldo por su reposo. Sólo agradecen al apoyo familiar.

A Hilda Pérez también le ha tocado hacer cualquier tipo de sacrificio y está a punto de empeñ;ar su lavadora, para agilizar la operación de su hermano Oscar, quien padece de pie diabético y es inevitable la amputación. Vive en Carrizal, cerca de Duaca y estiman que el monto en insumos supera los $200. «Es una gastadera y mientras tanto sigue su dolor con fiebre y mal olor», recalca y lamenta que les cuesta conseguir donantes de sangre.

 

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