Gabriel Grisanti | LA PRENSA.- La preparación del sancocho, ese caldo bien recargado con diferentes tipos de carne, vegetales y hortalizas que no sólo deja sustento a quienes lo saborean, sino que también le saca la resaca que deja la ingesta abundante y prolongada de bebidas alcohólicas no predominó ayer en la ciudad.
Por diferentes razones, bien sea porque aún habían personas durmiendo después de haber disfrutado en familia las fiestas de Navidad, o porque simplemente no había suficiente dinero en el presupuesto para gastar en algo así, no se vio esta tradicional preparación en las calles.
La costumbre sigue
Ayer, desde antes de las 11:00 am, en la carrera 2 entre calles 17 y 18 de Barrio Unión los vecinos de una forma organizada y diligente tenían acordonado el acceso de punta a punta para decretar la fiesta comunitaria que desde hace más de cuatro años realizan todos los 25 de diciembre.
Sobre el fogón de una casa humilde ya tenían listo un sancocho con el que prometían espantarle la gripe a cualquiera, e incluso revivir a un muerto.
Cuando se iba acercando el mediodía (ayer), ya varios residentes tenían su plato hondo de vidrio o plástico vacío.
En este lugar, algunas vecinas afirmaban que aunque no se hizo el acostumbrado intercambio de regalos porque no hay tanta plata para gastar, sino más prioridades el hervido no podía faltar.
También en Barrio Unión, pero en la carrera 1 entre calles 14 y 15 la sopa no faltó. En una olla mondonguera tenían la suficiente para resolver el almuerzo de varios jóvenes amigos que allí compartían.