Un sólo corazón une a la generación rioclarense, con lazos de fraternidad y orgullo por egresar del colegio que rompió paradigmas en Lara hace 50 años. El colegio Rioclaro trasciende de la educación exclusiva para varones, para formar a sus egresados con calidad humana y alto rendimiento académico que les permite brillar en gerencia, gremial, economía, derecho y demás áreas de interés.
De esta institución han egresado jóvenes ambiciosos por seguir aprendiendo y alcanzar el máximo nivel en organizaciones como en la banca Merrill Lynch de Estados Unidos, red consultora de franquicia Front Consulting International, asumir desafíos en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, entre otras de relevancia.
Todos tienen en común que trabajan por el éxito, algo que alcanzaron gracias a la dinámica inculcada en el colegio Rioclaro, de estudiantes acostumbrados a un ritmo de trabajo y dando lo mejor de sí. La constancia y disciplina fueron sus bases para empezar a forjar su futuro. Sabían de independencia y a la mayoría les tocó, siendo bachilleres a partir de los 16 años de edad, enfrentarse a principales ciudades de Venezuela, así como Estados Unidos o en países de Europa. Siempre sostenidos de la disciplina y con fortaleza para saber sobreponerse, como cimiento del venezolano resiliente y luchador en cualquier circunstancias.
El cobijo familiar que complementa su educación también se materializó al sentirse como “hermanos de la vida”, gracias a la unión infundada a través del compañerismo, ese que fue más allá del plantel y que se vincula de lleno con la asociación civil Asesoramiento y Servicios Educativos (AYSE) en Venezuela. No importan las décadas transcurridas pues se enorgullecen porque “no fueron uno más”, debido a la atención personalizada y el profundo respeto con aprecio que sienten de la mayoría de sus profesores, empezando por el inolvidable Valentín Marcano, encargado de la cátedra educación física y atletismo.
Escuchar sus testimonios es una invitación a la complicidad en una antología de sus egresados, quienes atesoran esa nobleza en el corazón que emerge en sonrisas, cuando recuerdan las travesuras a orilla de la laguna, el compromiso en el campo deportivo y la satisfacción por ser de la generación rioclarense.
Cuando a Abelardo Riera se le nombra el colegio, tiene doble motivos para sentirlo como suyo, porque su padre Abelardo Riera Zubillaga fue uno de los fundadores del Rioclaro junto a Alfredo Pérez Febres y José “Pepe” Serra. Él estuvo entre el primer grupo de alumnos, cursando sexto grado al abrir sus puertas en la recién transformada hacienda a las afueras de Barquisimeto, para esa época de 1975.
“¡Somos la segunda promoción del año 1981, pero somos los fundadores!”, dice con tono de alegría en entrevista vía zoom desde Estados Unidos, donde vive desde 1988. Riera tiene 30 años de experiencia como asesor de inversión y 15 años como director de la prestigiosa compañía Merrill Lynch. Recuerda que en el colegio Rioclaro, él y otro grupo de compañeros empezaron sexto grado, pero cuando pasan a secundaria abrieron primer y segundo año en la institución, por lo que se les adelantó un grupo.
Recibieron un curso de nivelación y se sentían contentos en sus aulas entre el bosque de esas amplias áreas verdes, jugando alrededor de la laguna, recuerda que muchos se divertían hasta de lanzar ranas al agua. Era la sección más grande de 30 estudiantes porque era el máximo por cada grado.
“Nos enseñaron que sí se puede, si pones las ganas para hacerlo”, dice este ingeniero industrial egresado de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), con maestría en Dirección de Empresas en Estados Unidos. Su rutina es muy variada porque a diario debe estar actualizado con los efectos geopolíticos en los mercados. Es la dinámica de estar al pendiente del acontecer y analizar las oportunidades de inversión. Trabaja por optimizar los activos y asegurar el futuro empresarial.
Con nostalgia recuerda la reciente visita al colegio. Fue en 2021 durante el homenaje póstumo por el novenario de su padre, a quien recuerda como hombre exigente y de valores tan arraigados que no solamente exigía un promedio de 16 puntos, sino de reforzar las virtudes como hombres nobles y valientes ante la vida.
José Tamayo pertenece a la primera promoción (1980), empezando a cursar el segundo año, se enorgullece que sus hijos también estudiaron en este colegio. Una oportunidad tan valiosa porque preparan adolescentes que se fijan metas en la vida y con capacidad de afrontar cualquier desafío. Dice que el límite es de personas inseguras.
Para él, el colegio Rioclaro es la segunda casa, donde todos se conocían y disfrutaban de un ambiente tan agradable al natural. “Uno se complace por la formación integral, como los pilares para uno desarrollarse en cualquier ámbito”, precisa.
No perdió tiempo y fue uno de los que inmediatamente pensó en su profesionalización en el exterior. Estudió su carrera en Estados Unidos y se graduó en 1985 de ingeniero mecánico en la Universidad de Wisconsin, Madison. Tres años después era socio fundador de la empresa LS Energía, la cual preside y se ha expandido con sedes en Panamá, Angola y Venezuela.
Con experiencia en motores y turbinas, dicha empresa se distingue por proyectos de plantas de generación de energía, fábricas de sistemas de almacenaje en Europa y generación de petróleo. Reconoce que los últimos 20 años tienen más demanda en África, contribuyendo con el arranque industrial en Angola y con los sistemas de almacenaje para una mejor distribución de la energía, incluso por paneles solares para recargar.
Ibrahim García Carmona, aprendió el verdadero valor de la amistad, inculcándolo en la crianza de sus hijos. Además de asumir a los profesores con un parentesco cercano, porque fue una relación que trascendió de las clases. Un cimiento que aún los une y mantienen comunicación a través de grupos de whatsapp, siempre atentos a superar las barreras físicas y disminuyendo distancias.
Es hijo de Ibrahim García y Carmen Alicia Carmona de García, una de las primeras familias que apoyaron el proyecto de creación del colegio. Estudió desde preescolar y su promoción fue en 1989, luego viajó a Caracas para prepararse como abogado en la UCAB. De allí, siguió subiendo peldaños hacia Estados Unidos, donde cursó la maestría de Derecho Internacional en la Universidad Americana en Washington. Fue abogado en representación de México por casi tres años en la Corte Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH) y regresó a Venezuela, siendo socio de reconocidas firmas de abogados a nivel nacional. Desde 2021 se destaca en la firma Hexa Legal, producto de la fusión de GHM Abogados y PAE Legal.
Su mayor reto fue al postularse ante la Organización de Estados Americanos (OEA) al poco tiempo de graduado, y casi para arribar a sus 23 años fue admitido. Fue el profesional más joven de un estimado de mil trabajadores, pero demostró su capacidad teniendo que afrontar situaciones como la guerrilla zapatista en México, así como procesos migratorios.
“Me tocó aprender y de toda esa experiencia, salí victorioso”, señala como uno de sus mentores al venezolano Carlos Ayala Corao, uno de los grandes profesionales del derecho, quien además fue el comisionado de México. Tuvo la oportunidad de asistir a la Corte Internacional de Justicia en La Haya en 1997 y realizó cursos de verano, aprovechando esos dos meses para conocer la dinámica de los procesos.
Sobreponerse y ser resiliente, es parte de las bases sólidas de la educación del Rioclaro que resalta Alfonso Riera, quien estudió desde preescolar y se sintió dispuesto para asumir cualquier situación en la vida. Es presidente de la red de consultores de franquicias Front Consulting International, se graduó de abogado en la UCAB, con Maestría en Derecho Internacional en la Universidad Americana de Washington y fue vicepresidente de Consecomercio.
Es sobrino de Abelardo Riera Zubillaga uno de los fundadores del colegio, corresponde a la promoción de 1989 y se llena de melancolía cuando recuerda su vida estudiantil, teniendo a la educación de la casa como pilar que complementó con el contenido académico, aprendiendo la disciplina de la vida y “ser cada uno”. Siente que forjaron la nobleza del corazón de cada uno de sus estudiantes, algo que asegura no se consigue en cualquier plantel educativo.
Aprendió a ser multidisciplinario desde las olimpiadas deportivas, que teniendo la desventaja de ser menos estudiantes que en los colegios Los Arcos, Los Robles y Camoruco, no se podían limitar sólo a una disciplina deportiva, incluso hasta debutando en la competencia de jabalina y destacándose tal como confiaba el profesor Valentín Marcano.
Regresó al país en 1998 y se preparó en el área empresarial, teniendo experiencia en asesoría de franquicias, sabiendo que Venezuela no escaparía a estos esquemas de negocios. Se identifica entre los pioneros de estos modelos y creó la Cámara Venezolana de Franquicias, Profranquicias. En defensa gremial como directivo de Consecomercio, no se quedaba en las adversidades sino en resaltar esos esfuerzos del empresario, en seguir creyendo en el país. Es optimista y admira la valentía criolla.
El talento es diverso y en el mundo empresarial deportivo Carlos Miguel Oropeza destaca como gerente general del equipo Cardenales de Lara, asumió el desafío de seguir el legado de su padre Humberto Oropeza, presidente del equipo. Se satisface por ir escalando por mérito propio encabezando la novena crepuscular y de su especial inclinación por el beisbol que inició en las olimpiadas deportivas AYSE.
Allí creció desde preescolar hasta que culminó como bachiller en 1993. Se fue del país, para estudiar inglés aproximadamente durante dos años en Canadá y regresó para prepararse en gerencia agroindustrial en la Universidad Nacional Yacambú.
Siempre estuvo involucrado con el campo deportivo, pero para formalizar en la gerencia, implicó ir aprendiendo del negocio. “No fue fácil, porque es la gran responsabilidad de manejar este patrimonio”, confiesa que no sólo se trata de conocer las reglas del beisbol, sino del respeto de la idiosincrasia del estado.
Comenta que debe mantenerse siempre atento y más aún en la cambiante temporada de octubre a enero, aplicando estrategias para renovar el equipo, seleccionar los refuerzos y recalcar que se trata de un ambiente que mueve las emociones tanto de jugadores, como de la fanaticada. “El objetivo siempre será ganar, pero hay que saber trabajar la rivalidad cuando se entiende que todos nos necesitamos en la liga”, dice.
Para Jorge Jraissati, fue fundamental la disciplina y fortaleza espiritual que aprendieron en este modelo educativo. Fue el adicional a la crianza de valores de sus padres que le permitió crecer profesionalmente luego de egresar como bachiller en 2013. La economía es su pasión y encabeza la organización Inclusión Económica, además mantiene una agenda de trabajo activa en Europa.
Es licenciado en Economía y Administración de Empresas de la Universidad Atlántica de Florida, con postgrado en Administración Pública de IESE Business School, especialización ejecutiva en Políticas Públicas en la Universidad Stanford, Gestión de Organización sin fines de lucro en la escuela de negocios de Harvard y especialización en Finanzas Internacionales en la escuela de derecho Harvard.
“Estoy agradeciendo mi formación académica, como doctrina de siempre seguir aprendiendo”, reconoce su interés por mejorar cada día y ejercer con los principios éticos. Siempre movido para promover las oportunidades a la gente joven, recordando la necesidad de políticas que propicien seguridad económica.
Su mayor visión es regresar a la Venezuela próspera. No descansa y además de estudiar permanentemente, es asesor del Consejo de Europa.
El compañerismo aprendido en las aulas de clases, junto a la exigencia académica, fue vital para Diego Antonio Lozada García, quien aprovechó el calor humano por tanto compañerismo y valorar el trabajo en equipo para aplicarlo a su ejercicio laboral en Estados Unidos.
Su promoción fue en 2016 y siendo bachiller se sintió capacitado para ir a prepararse en el exterior. Estudió Negocios Agrícolas en la Universidad de Texas A&M y realizó sus pasantías en Dallas. Siguió enriqueciendo sus conocimientos, culminando su maestría en la Universidad de Miami.
El potencial de Lozada es reconocido en la multinacional Louis Dreyfus Company que comercializa bienes agrícolas, donde tiene más de tres años de experiencia en ventas y se ha ganado el respeto de sus compañeros por su dedicación, principalmente en el rubro del algodón. También ha tenido buena base por su experiencia en el trabajo en la finca familiar.
Su agenda es de viajes constantes, no sólo por Estados Unidos sino por Suráfrica. Debe estar directamente en ese trabajo de campo y con mayor ocupación durante las zafras que generalmente son de octubre a marzo, cuando llega la cosecha a Estados Unidos, reciben pacas y sus picos de exportación. Disfruta de este compromiso por el contacto presencial, generando confianza y siempre dejando las puertas abiertas para concretar las transacciones.
El grado de identificación es tan alto que la mayoría de los padres aseguran la misma calidad de educación a sus hijos. Así es el caso de Manuel Álvarez, ya como representante, quien se siente doblemente satisfecho por la tranquilidad en la excelencia académica y de la formación del buen ciudadano. “Son alumnos que no sólo se distinguen por el uniforme, sino por la integridad de estos niños”, expresa este egresado en 1987.
Luego continuó formándose como médico veterinario en la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA) y finalmente en la formación gerencial aplicado en importantes empresas de alimentos. Tiene experiencia en importante empresa del ramo maderero de Portuguesa y es administrador de una finca en dicha entidad.
“Nos ayuda la cultura general, los principios y valores inculcados. Esto nos permite crecer en nuestras aspiraciones”, admite de los cimientos partiendo de la seguridad en sí mismos, respeto, empatía y demás valores que garantizan el triunfo.
La superación y satisfacción envueltas con la melancolía definen a estas generaciones, que reviven esa infancia y adolescencia compartida en el colegio Rioclaro, a pesar del paso de los años aun sienten la unión con la fortaleza de la amistad. Celebran con beneplácito estos 50 años y extienden sus deseos para que se siga contando con esta calidad educativa en la entidad larense.
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