lunes, 23 diciembre 2024
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Anhelan que las muñecas de trapo sean patrimonio cultural de la humanidad

Se ha creado un movimiento de más de un centenar de muñequeros y cultores en el país para no dejar morir esta tradición

Tienen una sonrisa eterna, ojos brillantes y usan vestidos primorosos confeccionados con hilos de ilusión. Las muñecas de trapo son consideradas el juguete tradicional más humano que existe, porque son concebidas en el corazón y la mente de las abuelas.

Esas manos delicadas y arrugadas hilvanan sonrisas, silencios, paciencia, cariño y hasta sus temores, para moldear piezas tan auténticas que cada una adquiere su propia personalidad. Pareciera que tuvieran una “vida privada”, como decía el poeta Aquiles Nazoa. 

“¡Ellas son únicas, no se crean con un patrón, por eso son irrepetibles!”, exclama Nancy Godoy, la maestra muñequera de la parroquia Ecoturística y Artesanal de Agua Viva, municipio Palavecino, estado Lara, quien se convirtió en el año 2000 en la sucesora de Sobeyda Jiménez, considerada “La Muñequera de Venezuela”. Una artesana que defendió la cultura popular del país, de tal manera que sus muñecas de trapo clamaban libertad. Por eso, el cantautor Alí Primera inmortalizó su historia en una canción.

“Ella me dio un librito donde está todo su proyecto de las muñecas de trapo y me hizo hincapié que no dejara morir el amor por lo nuestro”, contó Godoy, quien tiene la ferviente creencia de que esas criaturas artificiales con rasgos femeninos, cosidas con ternura, pueden ¡salvar al pueblo!, porque están estrechamente relacionadas con la infancia de cada niña en cualquier rincón de Venezuela y de cualquier generación. Se conectan con las emociones de la población, y en cada hogar se conservan como un tesoro invaluable.

De hecho, si se escudriña la historia, las muñecas de trapo son el juguete más antiguo del mundo, porque hasta en las tumbas egipcias han hallado cuerpos momificados de niños sosteniendo figuras pequeñas.

Por su importancia, en Venezuela se ha creado todo un movimiento de muñequeras y muñequeros que enseñan en las escuelas y las comunidades el maravilloso oficio de confeccionarlas, con el fin de preservar esta tradición. Suman esfuerzos con el Ministerio de Cultura para que las muñecas de trapo sean reconocidas por la Unesco como patrimonio cultural de la humanidad.

Muñecas de trapo, un trabajo que empodera

Las hay gordas o tan flacas como un palillo, con trajes extravagantes o primitivos. Algunas son negritas y otras rubias como el sol. Recientemente fabricaron muñequitas con discapacidad. Unas no tienen una pierna o les falta un brazo y también las que llevan bastón y gafas negras para enviar un poderoso mensaje de inclusión social.

Asimismo, fabrican figuras masculinas elegantemente vestidas, y otros son fantoches coloridos que dan gracia. Los días lunes y miércoles a partir de las 3:00 de la tarde, el museo Muñequeras de Trapo “Petra Ramona López”, ubicado en la Biblioteca Comunitaria de Agua Viva, abre sus puertas y allí se crean verdaderas obras de artes.

Unas 20 mujeres en edades que oscilan entre los 60 y 84 años, se sientan a dar puntadas a los retazos de telas nuevas o reusadas, porque tienen un sentido ecológico. Y dejan volar su imaginación. Comparten ideas y carcajadas, preparan café y comen dulces, cuentan anécdotas y sus problemas. Y todas en unión se aconsejan. Ese es el ambiente mágico del taller de confección.

“Es un trabajo minucioso. Mientras más se tardan en terminar las muñecas de trapo, más lindas quedan porque se perfeccionan”, comenta la “maestra Nancy”, como todo el mundo la llama. Las personas más sencillas y los niños tienen la capacidad de apreciar cada pieza con el amor que le colocan estas mujeres.

Para las abuelas, este trabajo ha sido la posibilidad de sentirse valoradas, de seguir teniendo un espacio para aportar al país con sus conocimientos y creatividad. Hay quienes venden sus muñecas para solventar una necesidad económica y, a las más mayores, los días de reunión les han servido para poner a prueba su concentración y mantener su memoria intacta.  

“El tener este grupo nos permite fortalecer valores, como el amor por lo que hacemos”, mencionó Nancy, quien está próxima a cumplir 50 años como educadora de primaria, y aunque ya se jubiló, sigue en las escuelas de Agua viva enseñando a las maestras a utilizar las muñecas de trapo como estrategia de enseñanza.

Egresó de la UPEL con mención en Educación para el Trabajo, y de la Universidad Simón Rodríguez, en el área de desarrollo cultural. Es nativa de Carora, estado Lara, pero tiene un acento y una alegría maracucha inconfundible, porque vivió más de 30 años en el estado Zulia.

“Mucha gente me dice que estoy loca y eso me llena de orgullo. ¿No ves que yo hago las cosas que no hace todo el mundo”, expresa sonriente.

Mágicas y con identidad

El viernes 22 de noviembre, esta asociación civil cumplió 10 años de fundada y Nancy no paraba de gritar de la emoción. Rememorando el pasado, nunca se imaginó que todo lo enseñado por la artesana Sobeyda Jiménez, en un taller impartido hace 24 años al que sólo asistieron tres personas en la sede del Ipasme Barquisimeto, le cambiaría la vida por completo y le ayudaría a llegar a tanta gente.

Su trabajo ha cruzado fronteras y sus muñecas de trapo han llegado a Estados Unidos, España e Italia. Ahora le llueven las condecoraciones. Hace poco recibió la Orden Universidad Yacambú en su primera clase, y fue reconocida por Ernesto Villegas, ministro de Cultura, quien le entregó una muñeca de trapo fabricada en su honor. Tiene el pelo gris elaborado con estambre, unos ojos saltones y una enorme sonrisa.

“Hace poco vino una muchacha y escogió una muñeca morenita, me dijo que le iba a poner Kamala Harris, como la candidata presidencial de Estados Unidos”, mencionó.

Y es que en un mundo cada vez más digital, las muñecas de trapo son una muestra de rebeldía. Estas artesanas las humanizan tanto, que además de darles un nombre las bautizan con pétalos de rosas, trinitarias y florecitas silvestres.

“En el ritual del bautizo agradecemos a Dios padre por la creatividad que nos dio a cada una de nosotras, y las bendecimos en el nombre de los poderes creadores del pueblo”, como reza el Credo del poeta Aquiles Nazoa.

“Me encanta el trabajo de confeccionar muñecas, me da sosiego, paz espiritual y especialmente me hace sentir parte de un intercambio de saberes para mantener las tradiciones”, comunicó Rosalinda Oropeza, una de las artesanas.

Aprendizaje lúdico

En Agua Viva hay un proyecto en las tres escuelas que tiene la parroquia, para enseñar a fabricar muñecas de trapo. Se involucran en esta actividad tanto las niñas como los niños, porque crear una de estas figuras no es cuestión de género. El arte no tiene límites y es abierto para todo el mundo.

Sólo hay que recordar a uno de los muñequeros más importantes del país, el pintor Armando Reverón, que con sus muñecas gigantes, cargadas de erotismo, denunció el culto al cuerpo perfecto que imperaba en la sociedad.

“Los niños se entusiasman cuando van a elaborar las muñecas. Las maestras evalúan los trabajos de manualidades, se fijan en cómo diseñan la ropa, las decoran. Usan sus manitos para coserlas y también les enseñamos a utilizar las máquinas. Todo depende de cómo vendan los docentes esta estrategia de aprendizaje. No hay que negar que este es un país machista y mientras más grande es el niño, sus compañeros lo pueden intimidar o hacer bromas pesadas. Pero nosotros tenemos la misión de hacerles entender que una muñeca de trapo es cultura, es una tradición que no se puede perder”, insistió Nancy Godoy, maestra muñequera.

Los más pequeños con estos talleres aprecian la belleza de las cosas. Cada parche que tejen o pintan los alecciona a dar importancia a los detalles, a potenciar su creatividad, a divertirse, compartir con sus compañeros de clase, y sobre todo les permite jugar e imaginarse un mundo ideal. 

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