Más de 20 agricultores de rubros como la piña, parchita, aguacate, lechosa y pitihaya en el estado Lara desarrollan prácticas ecológicas, para obtener la certificación orgánica y así ser competitivos y poder comercializar sus productos en Europa.

Este viernes 12 de diciembre, ingenieros agrónomos de la organización Ecología de Venezuela (Ecoven), realizaron un taller sobre manufactura, control y seguimiento de frutas y hortalizas para exportar, en el Colegio de Ingenieros del estado Lara, y de esta manera lograr alimentos más saludables, proteger el ambiente y obtener mayores rendimientos por hectárea.

Venezuela tiene que pasar de una agricultura tradicional, muy dependiente de agroquímicos y de factores meteorológicos que requiere de tala y quema, a una agricultura más tecnificada, que no utiliza agroquímicos artificiales, que proteja los suelos y aproveche conscientemente los recursos naturales, como el agua, el aire y la biodiversidad, y además deja grandes ventajas para las familias productoras y la sociedad, como: alimentos con mayor valor nutricional que se pagan mejor en el exterior y que están siendo los productos más demandados. Así lo explicó Yrian Tovar, ingeniero agrónomo y gerente de agricultura de precisión y desarrollo tecnológico e innovación de Ecoven.

«Cuando hablamos de orgánico se refiere al control de los químicos y pesticidas. Contamos con herramientas que nos permiten medir, porque la Unión Europea acepta sólo el 0,01% de residuos en pesticidas y otros componentes orgánicos por producto agrícola. Son medidas estándar muy estrictas que obliga a exportadores a tener controles de residuos casi nulos», destacó.

Cambios necesarios en la agricultura local

Manuel Carrillo, ingeniero agrónomo y magíster en fitotecnia, expresó que para tener una visión innovadora en la agricultura los primeros cambios que se deben dar en Venezuela es que los productores se deben dejar asesorar y acompañar por los profesionales y técnicos agrónomos.

«Así como en una finca se requiere un médico veterinario, así como en una industria se necesita de un ingeniero industrial, en el área agrícola se necesita tener especialistas en diferentes tipos de plantación. La Ley de Salud Agrícola Integral, lo establece: Cada agricultor debe estar acompañado por un profesional que pueda darle primero la garantía técnica, científica de que ese producto que él va a sacar al mercado tenga calidad, control de trazas químicas y que sea saludable para los consumidores», exclamó.

Alega que la agricultura debe dejar de ser empírica, de sólo conocimientos ancestrales y que ahora es necesario que los trabajadores del campo se preocupen por adquirir nuevos conocimientos que los lleve a ser más sustentables. Por esa razón, considera que los productores deben también planificarse para formalizar su negocio.

«Nosotros le estamos exigiendo a todos los productores que tienen que registrarse en el Instituto Nacional de Salud Agrícola Integral (Insai), que tienen que tener un Registro de Comercio, que tienen que tener una cantidad de permisos para poder exportar, porque es una garantía de que llevará un producto al exterior en óptima calidad», argumentó.

En campo, el productor debe conocer el cultivo, las variedades, su rendimiento por densidad de siembra, su resistencia a enfermedades, tener sistemas meristemáticos para que puedan desarrollarse con mayor follaje y fruto. Porque al final, lo que debe buscar un productor es tener más cantidad de fruta, de raíz, de hortaliza, de verdura por hectárea…Cuando tú entiendes que no se trata de masificar, sino de ser eficiente y eficaz con tu cultivo para que te dé rendimiento, vas a entender que esto es un negocio que te va a dar mayor productividad con menor inversión», recalcó Manuel Carrillo.

Demuestran éxito en el estado

Yrian Tovar mencionó que recientemente el estado Lara pudo enviar un primer lote de 1.500 toneladas de parchitas a España, cultivadas en Tintorero, municipio Jiménez, producidas con agricultura ecológica, con menos impacto ambiental, con menor cantidad de agroquímicos y para el control de malezas y plagas utilizaron bacterias o microorganismos eficientes, también barreras biológicas para evitar que insectos y aves dañaran el cultivo. Así lograron aumentar el rendimiento de 25 mil kilos a 30 mil kilos de parchitas por hectárea para esta cosecha que sacaron al mercado europeo.

«El árbol de nim es un controlador biológico, porque repele algunos insectos por su olor, sus características. Los pájaros no los comen. Entonces, si tú tienes un cultivo y lo cercas con nim, ese impacto de un 100% pudiera minimizarse 60%, así lograr tener alejados vectores, insectos, patógenos, y habrá mayor rendimiento en el cultivo», resaltó Carrillo, quien también es profesor universitario.