Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- Sonríen y no se detienen por los nervios, sus miradas son inquietas y unos ojos tan vivos que muestran su curiosidad por averiguar qué tan larga será la entrevista. Son esas buenas vibras que se respiran con niños que desarrollan sus talentos desde las artes, creciendo con un pensamiento centrado en la madurez y entre juegos que se intercalan con ensayos en la orquesta, aprender del circo en familia y hasta sorprender con los malabares de un payasito encantador.
Ellos combinan inocencia con disciplina y responsabilidad, disfrutan ese mágico mundo de aprendizajes con el apoyo de sus padres. Son ejemplos que nos recuerdan la esencia del Día del Niño, en la respiración controlada de Emmanuel Oropeza como ejecutante de la tuba, las hermanas Scott en las destrezas del arte circense y en la picardía de Abraham Gómez, antes de colocarse la nariz roja de payaso. Son tan cortos en edades que no pasan de los 9 años, pero superan sus tallas con esa gracia que los proyecta como noveles protagonistas de nuestra cultura.
El sistema nacional de orquesta tiene muchos frutos y allí figura Oropeza, siendo uno de los integrantes de una populosa parroquia al norte de Barquisimeto, quien con mucho orgullo forma parte de la orquesta de iniciación del núcleo El Cují – Tamaca. La directora Dreisy Ramírez valora el talento de este niño que ingresó desde los 3 años y a sus 6 años tiene toda la seguridad para ejecutar el bombardino, de la clasificación de la tuba, la cual es su meta al ganar un poco de estatura.
Ese instrumento de viento metal es casi del tamaño de Emmanuel. Le cuesta sentarse en la silla, por ese tamaño del bombardino que casi alcanza su estatura y que puede pesar hasta más de 3 kilos. Él es moreno, delgado y se viste como todo un varoncito de camisa por dentro del pantalón de gabardina, mientras la mirada de su madre, Dennis Martínez, es un derroche de orgullo.
Confiesa que aprendió de los ejercicios constantes para controlar la respiración y así lograr soplar con fuerza o lentamente, en función de las exigencias de la pieza. Sujeta muy bien el instrumento y sus cachetes se inflan en aquellas notas más graves que exigen de mayor fuerza. Siempre se mantiene atento a evitar que se le deslice, porque está consciente de lo costoso de un bombardino y agradece el apoyo desde el sistema de orquestas para su preparación.
Le encanta ensayar, porque es la garantía de una presentación impecable y disfruta al interpretar sus piezas preferidas, tales como el Merengue del primero al fagot, que marca de un inicio suavecito hasta mantener la rapidez, el Himno de la Alegría y Los pollitos dicen, entre esa transición de mediano a suave.
Ellas en travesías& ;
Andrea junto a las morochas Alana y Amanda son las tres hermanas Scott, que sentían curiosidad por conocer ese mundo vivaz que escondía «El hogar mágico de Desi», donde funciona la escuela de formación circense de Paranoia Producciones en Agua Viva, Palavecino. Allí, no sólo tienen la empatía de sus instructores Desiree Marval y Williams Morales, sino que quedaron enamoradas de un ambiente campestre, donde se respira frescura y aires de la inventiva desde lo artesanal.& ;
Las tres se encontraban maquilladas, con esos Era una combinación con sus atuendos, sin desperdicio de brillo ni de colores vivos.& ;
Andrea es la mayor y a sus 9 años está más comprometida con seguir aprendiendo del ingenio circense. «¡Wuao!, esto es una gran experiencia», exclama y admite que lo único que le exigió más tiempo fue aprender a subir la tela aérea e incluir las acrobacias, pero agradece la paciencia de sus instructores para empujarla a seguir creciendo bajo la carpa.
Confiesa que su avance se debe a la atención y con una concentración tan extrema, permitiéndole mantener el equilibrio.
Entre sonrisas
El gran futuro como payaso se lo está ganando Abraham Gómez, a sus 3 añitos, conocido con el nombre artístico de «Batatín». Creció viendo a su padre, Rubén Gómez de «Batatú» y desde hace un año que lo sorprende a él con la espontaneidad para contagiar de carcajadas a niños y adultos.& ;
No se mueve mientras lo maquillan y siempre cuida de cambiar sus trajes de payasos, los cuales son elaborados por una diseñadora exclusiva.& ;
Se transforma como Batatín y el rostro le cambia de inmediato, con la disposición de hacer figuras, malabares, jugar con los títeres y se prepara para incluir varios trucos en sus próximos shows. Siempre con el mensaje del respeto en la inocencia de la infancia.
Estar de frente a estos niños es sorprenderse por su talento, descubrir sus nervios y admirar esa preparación permanente para dedicarse al arte.& ;
Identificar el orgullo de sus padres, fieles compañeros de su superación dentro del mundo artístico. Es extenderles un aplauso, de esos fortísimos y de pie por un largo rato.