Agencias | LA PRENSA DE LARA.- Britney Spears quiere tener nuevamente las riendas de su vida. La estrella del pop ha comparecido este miércoles frente a la juez Brenda Penny para solicitar poner fin a su custodia. Lo hizo en una vista inédita que ha solicitado ella misma, reseña.
«No estoy contenta. No puedo dormir. Estoy enojada y deprimida», ha dijo la estrella en un apasionado testimonio dado de forma remota.
Desde 2008, su padre, Jamie Spears, junto a un fideicomiso, han supervisado por decisión judicial desde las finanzas y hasta los detalles más minúsculos de la vida de la cantante desde que esta sufrió un colapso nervioso ante los ojos de todos. La artista, que lleva sin cantar desde finales de 2018, alza la voz con su testimonio y un verdadero tono de hartazgo. «Mi papá y todos los involucrados en esta custodia, incluida mi manager, (…) deberían estar en prisión», aseguró con molestia Spears, quien ha amanazado con demandar a su familia por lo que le han hecho.
El abogado de Spears, Samuel Ingham, ha dicho que el testimonio de su clienta no fue editado, filtrado ni controlado. Lo que la corte escuchó fue a Britney en estado puro, una mujer que estuvo en la cima de la industria musical y que fue silenciada. Hoy está muy enojada. Este miércoles ha dicho que estaba lista para compartir su historia con el mundo. «Antes creía que nadie me iba a creer. Creía que la gente se burlaría de mí. Pero ahora quiero mi vida de vuelta. Ha sido suficiente», dijo la artista.
La última ocasión que Spears compareció en su caso fue en mayo de 2019, cuando dijo a la corte, a puerta cerrada, que el acuerdo de custodia le parecía demasiado riguroso. A causa de este su padre la había forzado a internarse en un centro de salud mental a forma de castigo después de haber protestado en un ensayo e incluso la obligó a dar un concierto en contra de su voluntad cuando estaba enferma con fiebre. «Me obligan a ir tres veces por semana a un psiquiatra», ha dicho este miércoles.
La cantante ha afirmado ante el tribunal que quiere reducir su tiempo de terapia a una sesión por semana y que ella «no cree en la terapia». «Siempre he pensado que puedo llevar mis problemas a Dios», ha añadido la estrella.
Algunos documentos legales muestran que Spears ya estaba incómoda con el arreglo desde mucho antes. En 2014 había pedido a través de su abogado, Samuel Ingham, eliminar a su padre como tutor porque este estaba bebiendo demasiado, según ha revelado The New York Times, que explica que el control que ejercía el padre sobre la hija era absoluto, y que decidía desde la gente a la que podía conocer y con la que podía quedar hasta el color de los muebles de su cocina. Según este medio, Spears está cansada de ser quien trabaje y de tener a su alrededor a un cierto número de personas que se aprovechan de sus ingresos, y desea firmemente acabar con el control que sobre ella tiene su padre.
El 2019 fue un año turbulento para una carrera llena de éxitos. En enero de ese entonces Britney sorprendió al mundo al anunciar la cancelación de Domination, la serie de conciertos que ofrecía en Las Vegas. ¿El motivo? La salud de su padre. Una dolencia en el colón lo tuvo 28 días en el hospital y al borde de la muerte desde finales de 2018. «Tenemos una relación muy especial y quiero estar este tiempo con mi familia así como esta ha estado siempre conmigo», escribió Britney en las redes sociales. Las presentaciones de Las Vegas representaban desde 2013 la principal fuente de ingresos para la artista, que no publica un álbum desde 2016.
La pausa se fue extendiendo. Primero durante semanas y después por meses. El pasado febrero The New York Times ofreció con un documental algunas claves de la tormenta que tocaba el núcleo de la familia. Framing Britney Spears, «encuadrando a Britney Spears», utilizaba el testimonio de gente cercana a la artista para poner en duda la custodia impuesta en 2008 y que tiene una década de vigencia. La decisión, un recurso que generalmente se usa para personas con enfermedades mentales o mayores que ya no pueden hacerse cargo de ellas mismas, fue decretada en un momento de mucho estrés para la artista. Algunos de los entrevistados por la periodista Liz Day afirmaban que la decisión era innecesaria para una mujer de 39 años que tiene una vida muy distinta a la de hace 13 años.
En 2020, el abogado Ingham le dijo al juez que Spears tenía miedo de su padre; de hecho, la artista llegó a amenazar con dejar su carrera si su padre seguía tutelándola. Jamie Spears, de 68 años y que cobra 16.000 dólares mensuales por ser el guardián legal, se ha convertido gracias a esa figura legal en un poder «obsesivo» sobre la vida de su hija. Llegaba a aprobar sus amistades y le limitaba el gasto a 2.000 dólares semanales, a pesar de que la fortuna de la estrella de Baby One More Time es de casi 60 millones de dólares.
La custodia legal también la sometía periódicamente a pruebas para detectar drogas y la mantenía vigilada con un equipo de seguridad. En marzo de 2021, Spears exigió a través de su abogado que Jamie Spears dejara de tener custodia legal y que esta pasara a manos de Jodi Montgomery, una administradora que algunas veces, por los problemas de salud de su padre, ha gestionado su tutorización al completo. Por el momento, Montgomery es quien tiene el control sobre las decisiones personales de la artista, mientras que su padre lo tiene sobre sus propiedades.
El pasado noviembre, Lynne Spears, la madre de Britney, quien se divorció de Jamie en 2002, calificó ante la corte de «tóxica» la relación entre padre e hija. La mujer se sumó a quienes piden eliminar al padre la figura de guardián legal, algo que la juez desechó a la espera de que el letrado de la cantante presente una moción definitiva que termine con la custodia y dé una alegría a todos los simpatizantes del movimiento #FreeBritney.