Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- Ella sale bien acicalada y deja a sus hijos menores viendo televisión. Es otra de esas citas ocasionales para buscar «ayuda», más allá del placer. Sus hijas estudian secundaria, han conocido esos diferentes «amigos» y están acostumbradas a verla llegar con una bolsita con varios víveres. Uno de los ejemplos, por resolver la manutención de esta manera, ignorando que puede ser un patrón para las niñas y terminen viendo su cuerpo como mercancía. Un riesgo que no sabe de edad y cobra más fuerza, ante la falta de valores en la familia.
La prostitución en adolescentes está arreciando a una edad cada vez más corta, desde los 14 años, entre el estrecho límite de la necesidad por comer o la curiosidad por adelantarse a las etapas de la vida. Es una alerta desde organizaciones como Proyecto Juvenil Misionero «Projumi» que registra 8 de cada 20 casos, mientras Cáritas en la región sabe de este problema con cara de necesidad en algunos barrios de Barquisimeto.
«Se están prostituyendo y lo más grave, en esa crisis de valores, es que se tienen menores de 15 a 16 años padeciendo de enfermedades tan graves como VPH», lamenta Gerardo Pastran desde Projumi, al tiempo de recordar que no se cuentan con suficientes programas de prevención ni del acompañamiento de los padres, quienes tienen la responsabilidad de guiar a sus hijos.
No justifica este tipo de acciones que puede evitarse, porque el hambre no debería conllevar a este tipo de esclavitud. Todo en una relación que asciende al doble, cuando menciona que en los últimos 5 años, se tenían 4 casos en la escala de 20. Una consecuencia del cóctel de circunstancias que empiezan por hogares de familias disfuncionales, copiar ese tipo de comportamiento de la madre o familiares muy cercanos, algunos de los padres ausentes porque emigró en busca de mejores condiciones y el malentendido de la negociación, cuando los niños y jóvenes deben respetar las normas de la casa. Además de fijar una personalidad propia, sin riesgos de caer en «negocios fáciles» a través de las redes sociales.
Silencio a voces
Para el padre Omar Gutiérrez, desde Cáritas en la región, es preocupante este «silencioso» deterioro de la adolescencia, cuando venden su cuerpo porque no tienen nada para comer. «Algunos se prostituyen por harinas, arroz o caraotas», señala de ese rumor entre los vecinos de sectores populares y por lo general, provienen de una familia numerosa. A veces crecen con su madre soltera y hasta con unos 5 hermanos de padres diferentes, si no tienen la base de la moral pueden hasta resolver con el intercambio sexual.
«Se observa la figura de la Chica Repique, quien responde con citas inmediatas en plazas, parques y demás espacios públicos abandonados o poco transitados», advierte Gutiérrez, de esta figura que se escucha con preocupación entre las señoras de las comunidades. Son tan diligentes que no hacen falta varias llamadas, estando disponibles en cualquier momento y por un monto tan mínimo que pueda incluir un par de víveres.
Todo en un caldo de cultivo que puede encerrar otros vicios como el consumo de drogas y hasta caer en el delito de la pornografía, que sin necesidad del contacto físico, no tiene fronteras para la grabación y envío de material erótico a cualquier latitud del mundo a través de las redes sociales, siendo el Facebook uno de los más comunes para estos efectos.
A lo interno
Según la psicóloga Elba Escobar, a los 14 años empiezan los cambios hacia la adolescencia y junto al rango biológico absorbe todo el entorno desde su infancia, crianza, los modelos de quienes estuvieron a su lado y hasta aspectos del mismo ambiente. El uso de las redes sociales será perjudicial, de acuerdo a la intención y sin el debido seguimiento de los padres. «¿Qué puede estar haciendo en las conversaciones de medianoche?», se pregunta acerca del peligro inminente.
La necesidad y el hecho de pasar hambre, termina siendo una preocupación, que no debe entenderse desde la solución más rápida, por resolver con el pago del servicio sexual o envío de imágenes subidas de tono. Todo dependerá de la fortaleza de los valores inculcados en la familia.
Desde el punto de vista de la socióloga Carmen Sequea, debe entenderse la diferencia entre el sexo por placer o curiosidad y prostitución en adolescentes, porque ésta implica al menor como mercancía. «Ya no se hace por una recarga de celular ni por un par de zapatos», lamenta y reitera mantenerse en vigilia cuando la pobreza llega al punto de traspasar las preocupaciones de los adultos a los hijos. «Caen en los depredadores que se aprovechan de la necesidad, degradando al adolescente», reprocha de quienes ven una «oportunidad» en este contexto.