Ágatha Reyes | LA PRENSA.- El alto precio de la ropa nueva lleva a los guaros a buscar otras opciones para poder vestirse. Un parche de pantalón, añadir o quitar tela a camisas y hasta remodelarlas es la nueva metodología para quienes no pueden comprar una nueva pinta, pues la inflación impide tener un nuevo guardarropa.
Y es que colocar un parche a un pantalón sólo cuesta 250 mil bolívares, mientras que comprar una prenda nueva puede superar el millón 800. “Yo no me preocupo mucho, voy hasta mi costurera de confianza y listo”, soltó Carmen Araujo, quien en más de una oportunidad ha dado una segunda vida a su guardarropa, pues con el salario mínimo (Bs. 392.646) que gana se le hace imposible acudir a una tienda del centro.
Esta metodología no es sólo con la ropa del diario, varias amas de casa usan la misma opción para estirar un poco más la utilidad de los uniformes de los pequeños de casa.
Lucero Mendoza, encargada de una tienda que se dedica al arreglo de prendas de vestir, al este de la ciudad, explica que una de las reparaciones más frecuentes son los pantalones escolares. “Buscan bajarles o subirles el ruedo, añadirles tela o cambiarles el cierre porque uno nuevo sale muy costoso, mientras que un arreglo sale desde 220 mil bolívares hasta 400 mil”, precisó.
Explica que a la tienda llegan guaros con maletas de ropa en busca de reducir costos y rendir la quincena para comida, pasajes, pagos de servicio y poder cambiar un poco el guardarropa que, según Gloria González, ama de casa, se ha convertido casi “en un sueño inalcanzable”.
Tiendas aprovechan
El ciudadano de a pie no es el único que recurre a las casas de costura para remendar piezas. Según cuenta Mendoza, hay tiendas tipo boutique que también buscan “acomodar” la mercancía.
La opción es porque traen ropa del extranjero y al variar las tallas deben buscar la forma de venderlas. “Ellos dicen que comprando fuera y mandándolas a ajustar les sale más barato que comprando ropa al mayor aquí en el país”, dijo.
Además, comenta que si alguna pieza llega con fallas de fábrica también son llevadas para “remendarlas” y no perder parte de la mercancía.
Otra opción
Si ajustar la ropa ya no es factible para los guaros tienen una segunda opción. Las ventas de ropa usada. Sentado bajo un toldo, en la Plaza Los Ilustres está todos los días Nelson Acosta, un comerciante que acomoda su tarantín de ropa y arreglo de zapatos.
“Quien no compra en las tiendas caras viene aquí”, suelta de forma jocosa, pues las camisas no superan los 100 mil bolívares y un pantalón puede llegar a costar Bs. 30 mil. Aunque no tiene muchas ventas diarias, quienes llegan al puesto aprovechan de apartar las piezas.