Sucesos

Zona del Crimen: La bala perdida que truncó una vida

Una bala perdida, a plena luz del día en el barrio La Peña, se convirtió el 15 de julio de 1993 en un rompecabezas de hipótesis luego de conocerse la muerte de Escuper González Reyes (53), un albañil de una empresa, ubicada en la Zona Industrial II.

Ese día, Escuper llegó a su trabajo temprano, como solía hacerlo desde que lo contrataron para trabajar en la construcción. Sólo disponía de una hora de almuerzo y como vivía cerca siempre se iba a comer la comida caliente a su casa. Ese 15 de julio no fue la excepción, su esposa le sirvió la comida y a los minutos decidió irse.

Era cerca de la 1:00 de la tarde, el sol caía de perpendicular sobre las calles del barrio La Peña, Escuper iba caminando apresurado para llegar a su trabajo, no quería que lo despidieran porque de eso dependían su esposa y tres hijos.

Cuando Escuper atravesaba la calle 1A de La Peña, cerca de los galpones de una cervecería, se desplomó y cayó al suelo, quedó al borde de la acera y las personas que estaban a los alrededores lo vieron y de inmediato corrieron a auxiliarlo.

Escuper estaba bocarriba y cuando tocaron su pulso supieron que no tenía signos vitales. Las personas lo reconocieron de inmediato, primero porque era muy conversador y porque vivía a escasos metros.

Los vecinos de la zona de inmediato llamaron a los cuerpos de seguridad para reportar el caso y al poco tiempo llegaron unas patrullas de la Policía del estado Lara (Polilara), quienes resguardaron el sitio.

Debajo del cuerpo de Escuper había rastros de sangre, por lo que algunas personas comenzaron a decir que le había dado un infarto y que al caer se golpeó la cabeza.

Los familiares llegaron al sitio y estaban impresionados por lo que veían, no podían creer que Escuper estaba muerto y lloraban desconsoladamente.

Una comisión de la Policía Técnica Judicial (PTJ) llegó al sector, luego que les indicaron que en el barrio había ocurrido un enfrentamiento entre funcionarios y malandros, pero al llegar se encontraron con otra versión.

Lo primero que dijeron los vecinos era que esa versión era falsa y que en la zona no se había escuchado detonaciones y luego los familiares de Escuper dijeron que él no tenía enemigos ni cuentas que pagar.

Un rompecabezas

Los familiares querían saber qué había pasado con Escuper, aunque estaban convencidos de que se trataba de un infarto, los detectives no se quedaron con eso e iniciaron las experticias en el lugar.

¿Fue un infarto?, ¿cómo murió?, ¿lo mataron? Era algunas de las interrogantes que se hacían los funcionarios.

Antes de hacer el levantamiento del cuerpo, los funcionarios consideraron una segunda hipótesis, la del homicidio. Se preguntaban entre ellos que quizás el hombre fue atacado por malandros y que Escuper se resistió al robo.

Tenía una contusión en la cabeza (parietal izquierda) y los funcionarios de la antigua PTJ presumieron que los criminales le dispararon por detrás y el golpe en la cabeza pudo ser al caer.

Según lo reportado por los medios de comunicación de ese año, esa hipótesis perdía peso porque la herida que tenía Escuper no era tan contundente para presumir un disparo a corta distancia y que la víctima tenía sus documentos y cosas de valor.

Los detectives decidieron hacer el levantamiento del cuerpo y trasladarlo hasta la morgue del Hospital Central Antonio María Pineda para que le practicaran la autopsia de ley y determinar si se trató de un impacto de bala o de un golpe por caída.

Investigación

Las averiguaciones apenas estaban iniciando. Mientras el cuerpo de Escuper era llevado a la sala de patología, un grupo de funcionarios se trasladó hasta la vivienda de la víctima y así comenzar a indagar a todo su entorno familiar y de personas cercanas.

Los familiares, en medio de su dolor, estaban indignados porque repetían que Escuper era una persona buena y que no se metía con nadie, además que repetían que no podían decir que se trataba de un ajuste de cuentas porque él no tenía enemigos. Las interrogantes eran muchas.

Despejan dudas

La autopsia reveló la verdad. Aunque los detectives tenían varias hipótesis de las causas de muerte, fue el médico forense que despejó de dudas una vez afeitó la cabeza de Escuper y la teoría de un infarto con golpe al caerse, quedó atrás.

A Escuper lo asesinaron, así lo determinó el examen forense aquella noche del 15 de julio, el orificio en el cráneo era de un proyectil disparado de al menos 100 metros y la munición pudo ser extraída. Al tener las causas de muerte, los detectives pensaron que la clave era buscar el arma y el homicida.

Al día siguiente, los funcionarios iniciaron con las indagaciones y rastreo en la Zona Industrial, el arma era una escopeta y creían que allí podía estar porque en el área abundan vigilantes (durante esa época tenían permiso para porte de armas).

Lo único certero que tenían los uniformados era que el crimen ocurrió en la calle 1A y era por allí que debían hacer las inspecciones para ubicar al homicida.

Con prueba de la bala

Los detectives realizaron una prueba de trayectoria balística, que es un análisis forense para reconstruir los hechos en una escena criminal, y ese detalle del cálculo de la distancia que debió recorrer el proyectil llevó a la comisión hasta un galpón en el que solicitaron la relación de vigilantes de servicio, así como las armas que tenían asignadas.

Las investigaciones dieron un giro inesperado, José Vicente Hernández, comisario de la PTJ en Barquisimeto, para ese año, sostuvo que el crimen de Escuper no fue un robo ni un ajuste de cuentas, sino una bala perdida.

El comisario detalló que ese 15 de julio justo cuando Escuper caminaba, un vigilante de 43 años, accionó accidentalmente su escopeta y causó la muerte del albañil.

Un vigilante inexperto causó la tragedia

El vigilante, de 43 años, fue detenido por la comisión de la PTJ, luego que determinaran que la escopeta que él portaba fue la causante de la muerte del albañil.

Se supo que fue al tercer día que el hombre, cuya identidad se conoció que era A.P.J, para ese entonces, de 43 años, quedó sorprendido cuando los funcionarios de la PTJ le dijeron que su disparo dio en la cabeza de Escuper.

El hombre estaba muy sorprendido por lo que había cometido y sólo decía que se trataba de un error. «Estaba de turno con el arma cargada, me levanté y se me disparó», fue lo que dijo el vigilante a los detectives.

Además, el responsable indicó que se trató de una doble desgracia, primero la de Escuper que dejó a su familia enlutada y segunda la de él que fue detenido por homicidio. Al hombre lo detuvieron y poco tiempo después lo trasladaron hasta la cárcel de Barquisimeto.

El hombre pagó con más de 10 años de cárcel

El vigilante fue condenado por el homicidio de Escuper González (53) y tuvo que pagar más de 10 años de prisión, según los reportes de medios locales para ese tiempo.

El hombre estuvo detenido en el Internado Judicial Barquisimeto, conocida como «cárcel de la 13» y aparentemente estuvo hasta que fueron trasladados a la antigua cárcel de Uribana, ubicada al norte de Barquisimeto.

Una vez obtuvo la libertad, el hombre permaneció en Barquisimeto junto a sus parientes, pero poco se supo de él. Pocos años después, medios locales conocieron que el vigilante murió a los 60 años a causa de un infarto.

Accidentes

Los medios indicaron que para el año que ocurrió el crimen de Escuper eran muchos los casos accidentales por manipulación de armas. Las fuentes policiales para ese momento decían que era poco el personal calificado que ejercía como vigilante.

Además, los casos por heridas y hasta muerte ocurrieron por armas de fuego a manos de vigilantes, se volvieron constantes en Barquisimeto.

Actualmente, en Venezuela el porte de armas de fuego está suspendido en el caso de vigilantes y civiles, según Gaceta Oficial.

La Peña lloró a su vecino

Al conocerse que el vigilante de la empresa, que para esa época era muy reconocida, había sido asesinado causó conmoción no sólo a sus familiares, sino a todos los que lo conocieron.

Adam fue descrito como una persona muy amigable y servicial. Residió en el barrio La Paz hasta la noche que hizo su última guardia.

Además, contaron que él era muy responsable y llevaba muchos años trabajando como vigilante en esa empresa. El vigilante tenía esposa y dos hijos que dependían de él.

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Euseglimar González

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