Osman Rojas | LA PRENSA.- “Ya vengo, no dejen la casa abierta”, fue lo último que le dijo Saúl Andrés Colmenárez (18) a su papá antes de salir a visitar a su novia en La Batalla, el lunes 19 de julio a las 9:00 de la noche.
Saúl hacía eso todos los días y por eso el papá no se tomó la molestia en preguntar para dónde iba. Diez minutos después de que el joven saliera de su casa en el sector 1B, manzana 48 del barrio, se escucharon cinco plomazos y cuando el padre del muchacho se asomó a ver lo que había pasado vio a su hijo tirado bocarriba con dos tiros en la cabeza.
Inmediatamente, familiares y amigos de Saúl se acercaron hasta el lugar y se llevaron cargado al joven hasta el CDI del barrio Bolívar, ubicado a unas 6 cuadras. “Apúrate que está vivo”, le gritaba desesperado el papá a la persona que lo cargaba.
Cuando llegaron al centro de salud no lo pudieron atender por la gravedad y de inmediato fue referido al hospital del Seguro Social Pastor Oropeza.
Según cuenta una tía de la víctima presente en la morgue del Hospital Central, en el Seguro no podían brindarle ayuda a su sobrino y por eso lo mandaron al hospital, pero cuando llegaron al principal centro asistencial de Lara el joven ya había fallecido.
“Es muy triste esto, me mataron a mi muchacho”, repetía sin cesar el papá de Colmenárez recostado a las paredes de la sala patológica, mientras los familiares intentaban consolarlo.
De los asesinos no se sabe nada. En la zona nadie escuchó ni vio pasar carros o motos. La novia del muchacho tampoco sabe lo que pasó y asegura que dejó a Colmenárez solo unos minutos mientras iba a buscar agua.
“Esa zona es candela, pero todos conocían a Saúl por allá. No nos explicamos qué fue lo que pasó, porque él se portaba bien, no tenía problemas con nadie y se la pasaba pendiente de las cosas en la casa”, soltó una tía de la víctima en la morgue.
Según reportes policiales, Saúl se encontraba bajo presentación cada 15 días, pues fue detenido por porte de arma de fuego a mitad del año pasado.