José Daniel Sequera |& ; LA PRENSA de Lara.-& ;Sentadas en las afueras de la morgue del Hospital Central de Barquisimeto, familiares de Luis Alberto Andrade Aguilar (28) afirmaron que él no estaba armado y por lo tanto no se enfrentó a funcionarios de las FAES la mañana del viernes en su casa, cuando murió en una plomazón.
«Él estaba durmiendo junto a su esposa embarazada, cuatro de sus seis hijos y dos cuñados cuando llegaron las FAES a su casa. A todos los sacaron de la casa excepto a él, y nunca tuvo un arma en todo ese tiempo», dijo una familiar con tristeza.
Entre leves pausas, la familia de Andrade contó que él había salido en diciembre del año pasado con una medida humanitaria de La Cuarta, en San Felipe (donde estuvo preso cinco años) por el estado severo de desnutrición que presentaba y regresó a su casa, en el sector del Barrio Bolívar, junto a su familia.
Desde ese mes hasta junio su salud se había repuesto bastante, especialmente porque estaba esperando el nacimiento del séptimo hijo, sin embargo a las 3:00 de la madrugada del viernes, las FAES le tocó la puerta por unas investigaciones que estaban realizando.
«Le dijeron a su esposa que estaban averiguando sobre el robo de una moto en la que él, supuestamente, estaba involucrado, pero él no tenía nada que ver. Ella no se quería ir de la casa, pero la amenazaron de que iban a dejar a uno de sus hermanos si ella no se iba», señaló la familiar, informando a su vez a que al resto de su familia se los llevaron a Santa Rosa.
De acuerdo a la versión policial, las FAES estaba en busca de Andrade, a quien presuntamente le decían «Luisito» y era líder de una banda delictiva, por lo que al ubicarlo y darle la voz de alto, él habría propinado disparos a la comisión, respondiendo estas de la misma manera, dando como resultado que él saliera herido de un balazo mortal en el pecho.
Sin embargo su familia recalcó que eso no ocurrió así, pues según les contaron los vecinos, se escuchó una sola retreta de tiros poco después del amanecer al rato que se llevaron a la familia de Andrade, pero que no parecía ser un enfrentamiento.
«A mitad de mañana no sabíamos qué habían hecho con él, porque en la casa no estaba. Fue al mediodía que nos avisaron que estaba muerto y su cuerpo estaba aquí en la morgue», sentenció la familiar.
Precisó que antes de que lo mataran, Andrade solía presentarse mensualmente en tribunales, como parte de la medida humanitaria que le dieron, y estaba intentando buscar algún trabajo fijo para poder mantener a toda su familia. «Es triste porque ahora el niño crecerá sin su padre», completó.
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