Gabriel Grisanti | LA PRENSA.- En la calle 3 entre carreras 1 y 2 de la comunidad Jacinto Lara, situada en el kilómetro 11 de la avenida Florencio Jiménez quedó atravesada una buseta de 24 puestos pintada con franjas de colores verde y amarillo, placas 05AE0DK. El vehículo identificado como la unidad 81, pertenece a la línea de transporte público “Lara Uno”.
Adentro, en el asiento del copiloto cercano a la “cachicama”, nombre que se le da a la tapa de fibra de vidrio que cubre el motor, quedó prácticamente en posición de descanso Julio José Castillo Montilla, de 28 años, asesinado en frente de su esposa María Álvarez y una de sus tres hijas, quien tiene tres años.
Una de las versiones que hubo sobre este hecho, fue que un tipo se montó en la buseta al inicio de la avenida principal de esta barriada y se ubicó en la última hilera de asientos.
Al parecer, ya tenía precisado al joven. Se levantó del puesto, y ya cuando iba a mitad de pasillo, pronunció su nombre: cuando Julio José volteó y el delincuente confirmó que era su identidad, le disparó seis veces.
Se bajó de la unidad y escapó del sitio con un compinche que lo estaba esperando en una moto.
Dos funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana estaban dentro de la buseta custodiando el cuerpo, mientras que otros compañeros se mantuvieron en los alrededores, manteniendo a raya a las personas que por curiosidad, querían meterse a ver de quién se trataba.
María Álvarez, la esposa del fallecido estaba sentada en una silla de plástico, rodeada de mujeres que al igual que ella, daban fe que era una persona trabajadora, que siempre velaba por sus tres hijas de cinco, tres y un año.
La mujer estaba destrozada por la pérdida de su esposo, tratando de apaciguar la sed con un refresco que le estaban dando.
En ese momento, manifestaba que por instinto maternal lo primero que hizo fue abrazar a su pequeña de tres años y aferrarse a ella atemorizada. “No tuve tiempo de ver si era una persona o eran dos, ni siquiera le vi la cara”, decía acerca del hombre que lo mató.
Según versión policial, Julio José Castillo Montilla estaba residenciado en la calle 5 con carrera 4 de la comunidad Los Venezolanos Primero.
Trabajaba en una cauchera de Pavia, y era oriundo de la población de Sanare, municipio Andrés Eloy Blanco. También trabajaba en cosechas de café. Era cristiano evangélico. Llevaba consigo una Biblia y un envase con pollo para su bebé de tres años.