viernes, 22 noviembre 2024
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Lo dejan calcinado en la vía 

Ana León | LA PRENSA.- En la calle principal de El Pampero, detrás de la escuela Reina Rebeca Ca­rrasco Travieso de la pa­rroquia Tamaca, fue ha­llado el cuerpo calcinado de un hombre sin identi­ficar. El papá de uno de los estudiantes fue el que consiguió los restos al transitar por el sitio a eso de la una de la tarde.

Funcionarios policiales presumen que se trataba de un vendedor y distri­buidor de drogas que re­sidía en La Sábila. El cadáver se hallaba a unos 200 metros de la entrada de la carretera que conecta el sector El Pam­pero con las comunida­des de Las Terrazas y La Sábila, y estaba siendo resguardado por funcio­narios de la GN y Polila­ra. Una comisión del Cuerpo de Investigacio­nes Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) llegó pocos minutos des­pués a recoger el cuerpo y trasladarlo a un sitio donde pudieran conti­nuar las investigaciones.

Para llegar al lugar se te­nía que caminar por una carretera de tierra, en el sitio se pudo observar que el hombre estaba acostado bocabajo en lo que parecía ser un blo­que de cemento. A su al­rededor había todo tipo de desperdicios, desde osamentas de animales hasta cauchos quemados y botellas de vidrio.

La carretera estaba ubi­cada en un lugar bosco­so. Parte de la basura que fue quemada con el cuer­po aún estaba encendida, pero algunas gotas de llu­via hicieron que lo único que saliera de esos focos fuese un leve humo que le daba un aspecto lúgu­bre al lugar.

Alrededor del cuerpo había una bandada de al menos 20 zamuros que buscaban de alguna ma­nera acercársele para ter­minar de comer las par­tes que quedaban. Ambas manos estaban amarradas con lo que pa­recía ser un cordón de zapato de color rosado.

Sus piernas separadas dejaban ver el trabajo de las aves, las cuales se ha­bían comido las partes íntimas del cuerpo y la zona interna del muslo derecho. La pierna dere­cha también tenía rastros de haber sido devorada, algunos ligamentos salí­an de ella. Los funciona­rios explicaron que por esa parte del cuerpo fal­tante lo habían “identifi­cado” como el “Mocho de la manzana C” del sector La Sábila.

Al acercarse se podía observar que el lado iz­quierdo del rostro había sido comido casi en su totalidad. Parte de la piel aún estaba expuesta y se podía detallar parte de los huesos de la cara del hombre. En la sien iz­quierda, por encima de la oreja, estaba lo que pare­cía ser la entrada de un disparo. El calibre no se pudo determinar, pues en la escena los petejotas no encontraron ningún cartucho o concha que indicara que se hubiese efectuado un disparo.

Con su piel calcinada no se lograba detallar con exactitud el color de la tez. Sin embargo, los funcionarios asumían que se trataba de un hombre de piel oscura.

El costado derecho del cuerpo estaba parcial­mente devorado a la altu­ra de la pelvis. Los zamu­ros cavaron un hueco y se comieron gran parte de los órganos internos. En el costado izquierdo, a la altura de la cadera, se veía otro orificio que es­taba parcialmente comi­do por las aves.

Parte de los brazos tení­an unas costras color ro­sa que contrarrestaban con el color calcinado de la piel. El cuerpo, a pesar de es­tar hinchado, no des­prendía un mal olor. Al­go que parecían ser ga­ses estaban saliendo de su cabeza. La basura era lo que apestaba en el lu­gar.

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