Anaís Mendoza | LA PRENSA.- La avenida Florencio Jiménez desde el kilómetro 8 hasta el 10, se ha convertido en una vía del mal. La delincuencia no cesa de día y noche, la concurrida vía al oeste de la ciudad, está minada por delincuentes que viven por las comunidades cercanas y que aplican varios modus operandi para asaltar, agredir y saquear a los camiones que trasladan alimentos y al transporte público.
Cuando apenas amanece los hampones trancan la vía con bombonas, palos y cauchos y comienzan a protestar por la necesidad de sus comunidades, pero en algunos casos todo se trata de una trampa.
En medio de la protesta con pistola en mano los tipos, comienzan a atracar y saquear a los conductores que se quedan atrapados en cola que se forman en la vía. Según informan testigos de estos hechos vandálicos, Luis apodado “Nariz de Gato”, es cabecilla de una banda que opera en el barrio Villa Nazareno.
Este hampón comanda a sus secuaces para atracar desde el semáforo de Santa Rosalía hasta el sector La Concordia que abarca casi dos kilómetros.
Una vez que saquean a los camiones salen corriendo y se enconchan con los alimentos y productos en otras comunidades como, Negro Pri
mero, La Florida, Roraima hasta Villa Productiva. Estos sectores son comandados por “Cara ‘e Burro”, José Manuel alias el “Taurito”, el
“Bebé”, y el “Joandri”, todos de Villa Nazareno.
Estos delincuentes asechan a todas horas, pero en la madrugada el peligro es peor, porque en plena vía colocan barricadas y cuando los choferes se detienen los tipos salen hasta con bombas molotov, para amenazar a las choferes y los obligan a entregar sus vehí
culos.
“No es posible que la Policía, Nacional, estadal, la Guardia Nacional y hasta el Cicpc, no hagan nada, no patrullan ni se meten por las comunidades, y cuando lo hacen sólo le quitan la mercancía robada a los hampones, y se van como si nada”, dijo un vecino que reside por la zona y que no quiso revelar su identidad.
Pero por la zona las mujeres también comandan estos peligrosos ataques. Una fuente informó que una dama llamada Daivelis, junto con Jonatan, y Yerimerci, son quienes esperan en las diferentes paradas de transporte público y abordan las unidades armados. En un punto de la vía los tipos se paran sacan sus sendas pistolas y secuestran la unidad, obligando al chofer a conducir por estos sectores.
Cuando llegan a un sitio determinado otros hampones del barrio El Roraima como “Piolo” y el “Ojón”, los esperan para quitarle las pertenencias a los pasajeros.
Después del atraco dan la orden a los choferes para que se vayan del lugar. Además se valen de una quebrada, bastante boscosa y colapsada de basura y cerros de tierra que conecta todas estas comunidades que sirven de guarida para que los delincuentes planifiquen los ataques.
Un puesto de Polilara está en el distribuidor San Francisco, pero según vecinos no patrullan ni hacen nada por frenar a los delincuentes.