Edy Pérez | LA PRENSA.- Dos rescatistas, José Saavedra y el cabo segundo José Luís Hernández, se metieron al aliviadero a buscar los cadáveres. Ambos estaban sujetados con cuerdas de rescate y desde la orilla sus compañeros los halaban para mantenerlos a salvo.
José nadaba de forma lineal por la represa, iba tocando fondo para localizar los cadáveres.
Cuando sentí que toqué con mis pies como un colchón supe que tenía al primero”, narra José y de inmediato su compañero, José Luís, se sumergió y amarró el cadáver con una cuerda de rescate.
Los bomberos que estaban en la orilla halaron el primer cuerpo que era el de Julio César Rodríguez, y lo dejaron en la orilla. Empezaron a buscar el otro y en cuestión de una hora lograron ubicar a Ángelo González, también lo amarraron y lo dejaron en la orilla hasta que llegó el Cicpc a buscar ambos cuerpos.
El jefe de los bomberos, Félix Linares, explica que la represa Dos Cerritos no está aliviando porque el fenómeno de El Niño mantiene sequía en el trópico, en donde se ubica Venezuela, así que el canal en donde desemboca el agua de la represa está en un nivel bajo.
Cuando se meten a bañar las piernas se enredan con la lampaza (una planta que crece bajo el agua).
Esto tiene un efecto psicológico y la gente siente que las matas lo halan, hay nervios, se desesperan y se ahogan”, explica el funcionario.
Si es peligroso bañarse en el aliviadero cuando tiene tres metros de profundidad es más peligroso cuando solo tiene dos metros y medio.